Colateral. — Capítulo 7.

David había entrado en un estado de shock tras el segundo disparo con el que Charlie perdió la consciencia. El pequeño se aferró a Jack pero este no sabía qué hacer con el niño. Llamó a una ambulancia que, para su suerte, llegó al mismo tiempo que llegaba el Dr. Maxwell en una camioneta blindada con dos de sus guardaespaldas, no les había tomado tanto llegar luego del aviso de Jack.
Luke ordenó a este último que subiera al vehículo con el niño y se lo llevara a Matt quien estaba en su casa, pidió también que en el camino se comunique y le comente lo sucedido sin omitir un solo detalle a James para que acuda al hospital lo más rápido posible. Jack asintió frenéticamente y abordó el auto con David en sus brazos; sabía que estaba en problemas con el prometido de Charlie.
Mientras los paramédicos le daban los primeros auxilios a la chica para trasladarla al centro asistencial Luke comenzó a realizar varias llamadas, primero a un doctor amigo suyo advirtiéndole que estaba en camino y luego a Gabe quien se puso como loca tras la noticia de que habían disparado a su hermana.
Los curiosos no faltaron en el lugar, uno de los paramédicos que habían acudido pidió que se retiraran mientras que los otros subían a Charlie a la ambulancia. El Dr. Maxwell abordó también con ellos y se dirigieron rápidamente  al hospital. Luke no podía creer que le hayan hecho eso a Charlie cuando se encontraba acompañada de su sobrino. Trató de razonar con la cabeza fría y volvió a hacer otra llamada, esta vez a uno de los jefes de policía de la ciudad, quien  en ese momento se estaba trasladando hasta el edificio del centro comercial por el incendio.
—¿Luke? —preguntó el policía al atender el teléfono.
—Sí, Rodríguez, el mismo. ¿Estás de camino al centro comercial incendiado? Tengo una hipótesis con respecto al tema —hablaba rápido.
Tranquilo, toma aire, ¿estás en una ambulancia? Escucho muy fuerte las sirenas —respondió el oficial con un fuerte acento latino.
—Así es, estoy en una emergencia; por eso… confírmamelo en cuanto tengas reporte de tus forenses —pidió—. Creo que el fuego fue provocado —soltó.
—¿Provocado? ¿Pero quién querría incendiar un centro comercial entero? —preguntó sorprendido.
—Alguien que quería sacar a Charlotte DeHaan de ese lugar, mi secretaria, ¿la recuerdas? Estaba haciendo compras con su sobrino y al huir del incendio recibió dos impactos de bala. Uno de ellos en la clavícula a la altura del corazón, la estamos trasladando al hospital en este momento —comentó—. Por favor infórmame de lo que sepas ni bien termine el peritaje.
—¡Válgame Dios! Claro que sí, cuenta con ello.

•••

Para cuando James había llegado al hospital Charlie ya había sido ingresada al quirófano. Gabe, Jack y el Dr. Maxwell estaban en la sala de espera, todos con expresiones preocupadas en el rostro. Tal y como Luke le había ordenado, Jack llamó a James de camino a la casa de Gabrielle (donde dejó a David a cargo de su padre) pero James no lo dejó explicarse al momento en el que Jack comentó que Charlie había sido víctima de dos disparos y que estaba siendo dirigida al hospital. Le había cortado la llamada en la cara para llamar a Luke, como si este pudiera solucionar todo lo sucedido.
El prometido de Charlie fue directo a Jack cuando lo vio recostado por una de las blancas paredes de la sala, con la cabeza gacha y jugueteando con los pies. A pasos rápidos James se acercó y le dio un puñetazo en la mandíbula; lo había tomado completamente desprevenido por lo que cayó al suelo sosteniendo su rostro como si se le hubiera desencajado y mirando sorprendido a James. Éste último estaba que lo llevaba el demonio.
—¡Tú tienes la culpa de todo esto! ¡Eres un maldito inútil! —gritó James. Su voz resonó en todo el piso. Gabe se acercó e intentó tomarlo de los brazos, lo estiró un poco hacia atrás pero él se deshizo del agarre—. Si algo malo sucede con Charlotte allí dentro, considérate muerto —sentenció antes de alejarse por el pasillo.
Luke no había movido un solo dedo; así como podía ser el hombre más amoroso del mundo, James podía ser también un ser despreciable. Y cumpliría su palabra: mataría a golpes, de ser necesario, a Jack. Había recuperado a Charlie como por arte de magia; un completo milagro fue el que la trajo de vuelta y volver a perderla no estaba en sus planes.
El tiempo transcurría demasiado lento; un suspiro duraba horas. Estaban muy ansiosos.
Cerca de las once y media de la noche un médico salió de la sala de cirugías buscando a Luke, el cual al verlo se puso de pie de un brinco. No preguntó nada, simplemente esperó a que el profesional informe sobre el estado de la chica.
—Ha sido muy difícil —comentó el médico limpiándose el sudor de la frente con un pañuelo de tela—. Cinco centímetros más abajo y le daban al corazón, perdió bastante sangre además pero para fortuna de todos logramos estabilizarla. Fue un milagro que no se le haya detenido el corazón, es una persona luchadora. —Gabe ahogó un grito. Jack estaba bastante serio, enojado consigo mismo por no haberse percatado de que los habían seguido, por haber bajado la guardia y considerar que Charlie se encontraría bien cuando las sirenas sonaron en el centro comercial. Luke estaba impertérrito, escuchaba atentamente cada palabra que pronunciaba el médico—. Ahora mismo Charlotte está siendo trasladada al departamento de terapia intensiva, la cirugía fue bastante riesgosa pero terminó bien; esperemos que su evolución sea favorable.
—¿Podemos verla? —Soltó Gabe en un arrebato de nervios.
El médico miró a Gabrielle muy serio.
—No, las visitas están terminantemente prohibidas hasta que tengamos un diagnóstico general, no queremos perturbarla cuando despierte. Recién dentro de veinticuatro horas podré dar un informe completo sobre su estado. Mientras  tanto pueden ir a descansar que ella sigue con los efectos de la anestesia por lo que no recuperará aún la consciencia —fue todo lo que dijo.
James apareció en ese momento y agradeció al Doctor antes de que este se retirara de la sala.
—Pueden irse todos, yo me quedaré aquí —anunció.
Gabe estaba bastante molesta, pero necesitaba ir a su casa a ver a David por lo que tomó sus cosas, dio un fuerte abrazo a James y se retiró. Tras oponer bastante resistencia Jack terminó siendo despachado por Luke, quien necesitaba hablar con James de una vez por todas. Antes de que el guardaespaldas se retirara el Dr. Maxwell lo tomó por el brazo y agregó que haría lo imposible por darle otra oportunidad una vez que Charlie se recupere de aquel lío.
Era bien sabido que lo ocurrido no fue una mera casualidad, la teoría de Luke no era para nada descabellada considerando que meses atrás casi morían acribillados. Luke Maxwell tenía bastante claro que ese evento cambió para siempre sus vidas, por lo que se llevó a James a la cafetería, donde solicitó dos cafés para poder abordar la conversación durante el tiempo que sea necesario. Necesitaba exponer ante él el panorama que tenían frente a ellos; tras aquel intento de asesinato todo había cambiado, pero ninguno de esos cambios habían sido para bien.

•••

Los miércoles de cada semana Charlie tenía permitido ir a la casa de una compañera para jugar luego de las clases hasta entrada la noche. Eran las ocho aproximadamente, con su lonchera en mano y su mochila en la espalda aquel día caminaba rumbo a casa de su abuela tranquilamente. Por lo general Gabrielle era la que iba a buscarla, pero ese día no lo hizo porque tenía clases particulares. Una Charlie de doce años sin rastro de corrupción estaba yendo directo al lugar donde la vida la marcaría.
Un hombre alto de cuarenta años más o menos, rubio de buen porte, vestido con traje se acercó a ella en el callejón por el cual andaba. La invitó a tomar un helado a lo que ella se negó sin detener el paso. Su abuela le había advertido siempre que no hablara con extraños, que no aceptara nada de ellos, que corriera si no la dejaban en paz, por lo que fue exactamente eso lo que hizo luego de tanta insistencia por parte del hombre. Pero era una niña y sus piernas eran cortas, no era para nada rápida en comparación con aquel adulto que con tres grandes pasos la alcanzó, alzó por los aires y la llevó a un matorral que se encontraba a varias cuadras de la casa de la niña, ésta gritó a todo pulmón en todo momento pero no hubo respuesta.
La tiró entre el hierbajo y comenzó a quitarse la ropa, Charlie se cubría los ojos con las manos mientras gritaba y lloraba pero aquella zona estaba desierta. Desnudo de cintura para abajo el hombre  acercó su parte íntima al rostro de la niña, le quitó las manos de la cara y la obligó a sacarse la pollera que traía puesta, cuando estaba a punto de penetrarla milagrosamente apareció un grupo de tres hombres que volvían a casa de sus labores.
—¡Oye! —gritó uno de ellos.
Charlie gritó muy fuerte pidiendo auxilio y sus salvadores se adentraron al matorral en busca de ella. Tenía los ojos cerrados pero sintió que uno de ellos la volvía a vestir y la alzaba en sus brazos sacándola del lugar.
—Tranquila, Charlie —le dijo el hombre que la había rescatado.
Ella abrió los ojos y se encontró con uno de los amigos de su abuela, el señor Norman. Vivía a dos casas de la suya y era un hombre bastante amoroso, tenía tres hijas, todas eran hermosas y amables chicas quienes habían sido excelentemente criadas solo por él. La menor, Mary, tenía la edad de Charlie y era con quien mejor se llevaba, siempre jugaba con ella.
El señor Norman la llevó al hospital para hacerle unos análisis que corrieron por su cuenta, la abuela de Charlie llegó media hora después y llorando agradeció por haberla rescatado.
Charlie no recordaba el rostro del hombre que había intentado abusar de ella, pero sí recordaba perfectamente el toque que tuvo con ella por lo que cuando volvió a sentir algo parecido en su muñeca en ese momento reaccionó violentamente.

Al abrir los ojos se encontró con una enfermera bastante sobresaltada, estática a dos pasos de ella, agarrándose el brazo derecho. Charlie soltó un suspiro y se dio cuenta de que había estado soñando con aquel horroroso momento. No quiso decir nada, no quería disculparse por haber asustado a la enfermera que parecía en realidad más una interna en práctica, pero ella no tenía la culpa. Le había dado un fuerte golpe en el antebrazo sin pensarlo dos veces en medio del sueño.
—Lo siento —murmuró antes de que aquella chica saliera a pasos apresurados por la puerta. Trató de calmarse pero no lo logró.
A los pocos minutos un médico entró a la habitación y al verla sentada se alarmó.
—Recuéstate, por favor.
El doctor se acercó a la cama y le acomodó las almohadas, Charlie se recostó, cerró los ojos por un momento e inspiró fuertemente. Respiraba costosamente, le dolía el pecho y al sentir la opresión recordó todo lo que había sucedido el día anterior. Abrió los ojos e intentó sentarse de nuevo en la cama con ímpetu.
—Antes de que hagas preguntas, déjame que yo hable —dijo el doctor, sosteniéndola por los hombros para que no se mueva—. Te contaré todo lo que sé, si tienes dudas después de eso… lo siento. No dejaré que te alteres exponiéndolas; no quiero correr riesgos, tu estado de salud es muy delicado y necesitas tranquilidad. Quiero que sepas, primeramente, que todo está bien. Todos —aclaró e hizo énfasis— están bien así que a medida que te cuente las cosas recuérdalo —Charlie asintió con la cabeza—. Bien, pues para iniciar mí nombre es Martin y soy tu médico de cabecera.
El Dr. Martin le extendió la mano a Charlie quien sin decir nada se la estrechó, mirándolo atentamente. Comenzó explicándole lo que había sucedido luego de que ella perdiera la consciencia. Principalmente le dio a entender que David estaba sano y salvo, James estaba furioso con todos, el Dr. Maxwell había mantenido la calma (y había sido quien lo llamó para que se hiciera cargo de ella) y que Gabe estaba que se comía los dedos de los nervios. Charlie sonrió ante lo último.
—Tu familia está bien —le sonrió—. Siguen algo alterados por el nuevo ataque en sí. Pero tranquila, tú necesitas descansar ahora y recuperarte, ¿quieres algún calmante para volver a dormir? —Charlie negó con la cabeza—. ¿Quieres quedarte despierta? —Volvió a negar con la cabeza—. ¿Podrás dormir por tu cuenta?
Asintió con un ligero bostezo, el susto del sueño la había acelerado pero tras escuchar que todo iba bien estaba más calmada. Agradeció por la atención y giró la cabeza. Volvió a cerrar los ojos y para fortuna suya se quedó dormida rápidamente.

Al volver a despertar se dio cuenta de que era de noche. Se sentía con energías renovadas y hambrienta. Presionó el botón de llamado y al momento en el que estaba bostezando ingresó Martin a la habitación.
—Buenas noches —le sonrió.
En ese momento Charlie se fijó mejor en él. Era un hombre alto en sus cuarenta y tantos, pelo negro, barba incipiente, ojos extrañamente miel («Qué combinación más rara» pensó) y tez increíblemente blanca. Su sonrisa era brillante. La camiseta gris de cuello alto que llevaba debajo de la chaqueta de médico le quedaba hermosa, traía un pantalón negro y unos deportivos también negros. Tal vez tendría la altura de Matt, o quizá fuera un poco más alto.
—Hola —dijo por fin ella.
—¿Tienes hambre? —preguntó el Dr. Martin.
—Muero de hambre —respondió despacio.
—A pesar de que la hora de la cena ya pasó, le diré a Michelle que te traiga algo de comer, pero por favor… —hizo una pausa y la miró seriamente— no la vuelvas a asustar dando manotazos, está en sus  últimos días de internado y eres la primera paciente que al despertar de una cirugía le da un buen susto.
Charlie cerró los ojos con presión y volvió a abrirlos. Lo miró con mala cara y aseguró que solo había reaccionado a un mal sueño que tuvo. El otro asintió antes de salir de la habitación pero Charlie escuchó cómo se alejaba riendo por el pasillo, tuvo la impresión de que el médico no había creído su historia.
Al ingresar Michelle lo hizo con precaución, llevaba una bandeja de acero inoxidable que dejó sobre la mesa preparada para los pacientes y acercó esta a la cama, acomodó a Charlie para que su cama tenga un ángulo de 90º y pueda comer sin esfuerzo. La miró con recelo y le acercó los cubiertos.
—Perdón por lo de la mañana —le dijo Charlie mirándola comprensivamente—. Tuve una pesadilla y reaccioné pensando que lo estaba reviviendo. Lo siento.
La chica, Michelle, simplemente asintió con la cabeza y salió de nuevo de la habitación.
Charlie se fijó en la bandeja y se encontró con arroz blanco, huevo duro y trozos pequeños de pollo hervido en el plato. Era más de lo que esperaba para estar recién operada por lo que se lo tomó con calma y comió todo lentamente. De bebida tenía un vaso de agua y el postre era gelatina, típico, pero también se lo comió. Supuso que estaría más tiempo hospitalizada de lo que estuvo la primera vez, luego del tiroteo, así que solo pidió un poco de entretenimiento para los días venideros.

•••

Dos semanas más tarde, en la habitación de hospital de Charlie, James se estaba desternillando de risa en el momento en que Jack entró. La atmósfera de diversión había sido interrumpida.
Charlie le había pedido que le comprara algunos dulces ya que moría de ganas por comer chocolates y caramelos por lo que ni bien obtuvo la aprobación del Dr. Martin lo primero que hizo fue ordenar a Jack para que vaya a comprárselo.
—¡Te adoro! —exclamó Charlie tomando la bolsa de las manos del guardaespaldas. Éste sonrió tímidamente antes de salir de la habitación de nuevo sin mirar a nadie más.
Matt se dio cuenta del cambio de humor repentino de su concuñado luego de que los interrumpieran, la conversación se había enfocado en él ya que les estaba contando sobre la bochornosa primera reunión que había tenido con el Dr. Maxwell.
Era su primera entrevista de trabajo, no sabía de qué iba, a él le habían dicho simplemente que se presentara por lo que de buenas a primeras, pensó que sería algo rápido e informal. Fue vestido con jeans, botas, un polo bien abrigado (era enero) y una cazadora. Ni siquiera se tomó la molestia de hacer un currículum, se presentó sin más. James explotó en carcajadas cuando Matt comentó que al llegar se encontró con, al menos, otras catorce personas. Todas ellas vestidas formalmente, con maletines o mochilas de grandes marcas. Incluida la única mujer que se presentó a la entrevista, todos iban vestidos de traje. A Matt se le cayó el alma a los pies, desentonaba por completo en aquel lugar y fue precisamente por eso que el Dr. Maxwell lo recibió último. No le había dado ni media gota confianza al verlo, su primera impresión fue espantosa, pero al conocerlo un poco en la entrevista lo contrató sin dudar. Sus asesores se quedaron sorprendidos ante la decisión (según le habían comentado hubieron mejores que él, pero al final él fue el seleccionado y hasta la actualidad nadie supo el porqué), miraron con desdén a Matt, pero este no se hizo de menos, al contrario el primer día de trabajo se presentó impecablemente lo que puso de muy buen humor a Luke aquel día…
Pero el ambiente había cambiado gracias esas dos palabras que salieron de la boca de Charlie para con Jack. La historia de Matt quedó reducida a nada, la habían olvidado en dos segundos. James se levantó del suelo en donde estaba sentado y salió de la habitación también. Charlie no se había percatado de lo que había dicho por lo que su risa se transformó rápidamente en una fina línea, su emoción pasó a un desánimo total.
James se había vuelto muy sensible con respecto a Jack. Luke le había exhortado a que le dieran una segunda oportunidad ya que terminó salvando la vida de David quien aunque no fuera un blanco específico, pudo haber sido un daño colateral. Y para infortunio suyo, se llevaba a la perfección con su prometida: eso le ponía los pelos de punta.  No soportaba aquella química que había entre ellos y ante cualquier muestra de afecto por parte de ella hacia él, terminaba echando humo.
Charlie cerró los ojos soltó un suspiro.
—Lo hice de nuevo, ¿verdad? —Inquirió dirigiéndose a Matt.
Éste último asintió con la cabeza.

James no volvió a aparecer el resto del día, Matt fue el encargado de hacer compañía a Charlie hasta entrada la noche, cuando llegó Gabe con David para visitar brevemente a su hermana. El niño se había vuelto temeroso, cada vez que veía a su tía tenía miedo de que sucediera algo por lo que no quería pasar demasiado tiempo con ella sin uno de sus padres al lado. Charlie intentó hablar con él varias veces pero no daba resultado por lo que terminó rindiéndose. Cerca de las nueve le llevaron la cena a Charlie por lo que Gabe, Matt y David se retiraron.
La enfermera dejó la bandeja sobre la mesa hospitalaria que se encontraba a un lado de la puerta y la empujó hacia la cama donde sonrió a Charlie. La ayudó a acomodarse y le entregó los cubiertos que por alguna extraña regla del hospital nunca debían acompañar directamente a los platos.
«—Una vez un enfermo mental acuchilló a una doctora para escapar de su habitación, era del ala de Psiquiatría —comentó un día Martin—. No me cabe en la cabeza cómo llevan un cuchillo a un paciente mental, pero bueno… ahora utilizan utensilios descartables con ellos».
—¿Qué tal tu jornada, Michelle? —preguntó Charlie a modo de saludo.
Tras varios días de arduo trabajo por parte de Charlie la enfermera por fin había comenzado a hablar con ella. Le costó lo suyo ya que el susto que le dio fue espantoso. Se suponía que Charlie no iba a despertar sino hasta el mediodía de aquel día, pero lo hizo temprano por la mañana, cuando Michelle fue a controlar su estado y tomarle la presión.
Conversaron un poco sobre lo hecho en el día, Michelle se sentó hacia los pies de Charlie mientras esta se alimentaba y le comentó que había tenido la mañana libre. Rieron cuando mencionó haber disfrutado un poco de la luz solar.
—Es bastante fastidioso el horario de un hospital, pero es lo que me gusta hacer. ¿Qué tal el tuyo, Charlie? Bueno, no creo que tan bueno siendo que te la pasas aquí encerrada —parloteó. La chica no tenía filtros.
Charlie le comentó que la habían visitado y que relativamente pasó un buen día, sin tener en cuenta el pequeño problema con James. Pero Michelle lo mencionó, le comentó que estaba sentado en el suelo del pasillo con los ojos perdidos en la nada y la cabeza en un lugar muy lejos de la realidad.
Media hora después de evadir preguntas sobre su relación Charlie despidió a Michelle con la mano cuando se retiró de la habitación con la bandeja vacía. Se tomó las pastillas recetadas para luego de la cena y se acomodó para dormir. No tenía sueño, pero se sentía cansada de igual forma.
Le había costado algo de trabajo quedarse dormida por lo que horas después, cuando unos tacones ingresaron pisando fuerte y despertándola se molestó bastante. Generalmente Charlie dormía con las luces tenuemente encendidas pero en ese momento estaba totalmente oscuro, alguien las había apagado; así que no reconoció a la persona que entró. Vio solamente una figura femenina de cabello corto, complexión algo robusta de estatura media. No sabía quién era. La mujer se sentó en un sillón que se encontraba en el rincón más oscuro de la habitación, se cruzó de piernas y Charlie quedó expectante a ella.
—Con que de nuevo has salido viva —habló por fin, luego de un largo rato de silencio—. ¿Sabes todo lo que me está costado matarte? ¿Sabes todo lo que he invertido en el atentado para que terminaran escondiéndose en España como si no me fuera a enterar? —Espetó algo irritada. Tenía la voz grave y hablaba con fluidez, no tenía ningún tipo acento—. Por ahora te dejaré en paz, pero cuando menos lo esperes… conocerás a la muerte. Y me desharé de ti y de Matt. En un principio ustedes ni siquiera estaban en los planes —comentó hablando como maestra parvularia—, todo lo que quería era matar a Luke pero ustedes iban en el auto. Nunca va a las reuniones del comité acompañado, ¿por qué lo hizo ese día? Si tan solo hubiera ido por su cuenta no estarías aquí, no estarías teniendo los problemas que tienes con James y David no te tendría miedo. Nada de eso —soltó un suspiro—. Pero bueno, el trabajo no estará completo hasta deshacerme de los tres. No hay motivo específico, no, no, no. Solo… una vez que inicio algo tengo que finalizarlo salga bien o salga mal.
Charlie presionó el botón con el que llamaba a Martin, pero nadie apareció.
—Lo desconecté, querida. No te tomes la molestia porque nadie vendrá.
Se puso de pie sin decir más nada y salió de la habitación.

El corazón le latía violentamente a Charlie, estaba conmocionada ante todo lo que había escuchado. No entendió mucho el balbuceo, pero lo que sí comprendió fue que aquella mujer había perpetrado el ataque. Conocía a toda su familia y conocía a Luke, inclusive sus movimientos. Nada de eso era una casualidad, era alguien del entorno y Charlie ni siquiera tenía sospechas de quién podía ser.

Colateral. — Capítulo 6.

¿Privacidad? ¿Qué significaba esa palabra para los periodistas? De hecho ellos nunca supieron su significado, o, en caso de que lo conocieran, nunca les importó. La privacidad no vendía las revistas de farándula; por lo que era trabajo de ellos escarbar en las profundidades de los pecados ajenos para saciar la sed de chismorreo que poseía el pueblo sobre la clase media/alta. Cualquier palabra que pudiera hundir a otros bastaba para que las habladurías comenzaran y se expandieran como fuego en pólvora. ¿Tan aburrida era la vida del pueblo por ello siempre iban en busca de una nueva víctima?
Esa era una de las razones por las cuales Charlie nunca se había metido con los medios. Una sola palabra ubicada estratégicamente en medio de otras y su vida acabaría, la lectura entre líneas era fundamental para el espectáculo que querían fomentar. Su abuela siempre compraba revistas de chismes para entretenerse cuando estaba aburrida: se mofaba de la vida de unos, se entristecía con la vida de otros y se alegraba con cosas que ni siquiera eran de su incumbencia.
—Siempre supe que era una mala persona, me parece excelente que haya ido a la cárcel —escuchó una vez Charlie, cuando era pequeña.
—¿Conoces a ese señor? —Le preguntó ella, asomando la cabeza sobre la revista para saber de quién hablaba.
—Siempre sale aquí —alzó su abuela otro periódico.
—No puedes juzgarlo sin conocerlo a él ni sus razones —le había respondido Charlie antes de salir de la estancia en la que se encontraba.
No le había dado tiempo a su abuela de excusarse, de igual manera no le interesaba su excusa. Tenía doce años y solo quería jugar en ese momento.

Cinco filas con diez mesas en cada una se dispusieron para los periodistas que necesitaban registrar en sus laptops la conferencia, algunos tecleaban a toda velocidad cada una de las palabras que se iban pronunciando mientras que otros por su parte fueron con blocs, bolígrafos y radiograbadoras. Al menos cien periodistas de diferentes medios y ciudades se encontraban presentes en aquella sala.
Todo fue transcurriendo con absoluta normalidad durante los primeros treinta minutos; las preguntas se centraban mayormente en el Dr. Maxwell; Charlie y Matt poco y nada había pronunciado hasta que una periodista rubia, que se encontraba al fondo mismo de la sala, alzó la mano y pidió que ambos contaran su versión de la historia.
Charlie la miró fijamente a través de los lentes que tenía puesto y luego se fijó en Matt quien le negaba con la cabeza; no tenía la obligación de responder, pero ella respiró profundamente antes de preguntar qué era exactamente lo que quería saber aquella mujer.
—Simplemente tu versión de la historia; ¿qué sucedió contigo y con el señor Baggott luego de que los acribillaran a balazos? —Preguntó con auténtica curiosidad—. Hasta ahora sólo hemos escuchado lo que queríamos escuchar por parte del Dr. Maxwell, pero ¿qué hay de ustedes dos? ¿Son pareja, quizás familiares? ¿Qué clase de relación los une? —Sonrió provocativamente hacia Matt.
Por supuesto que nadie sabía nada de ellos; solo eran «la secretaria y el chofer» del Dr. Luke Maxwell. Todo el mundo los veía solo cuando Luke asistía a algún evento; eran unos completos desconocidos.
Charlie no necesitaba contar su vida a todas esas personas pero lo vio necesario porque de otra forma los hostigarían hasta en los lugares más inapropiados para extraerles información. Aquellas personas se convertían en unas sanguijuelas si no les dabas lo que querían.
—Somos familiares, sí —comenzó Charlie, sacándose los lentes—. Matthew Baggott es el esposo de mi hermana, nos conocemos hace bastante tiempo.
Aquella periodista rubia anotó algunas cosas en su bloc antes de volver a mirar a Charlie, quien esperaba a que la interrumpiera con algo más.
—Entonces… ¿tu versión de la historia? —Amagó una sonrisa.
—La verdad es que no difiere mucho de lo que el Dr. Maxwell contó ya previamente —comenzó sin ánimos. Fue narrando a grandes rasgos lo que había pasado, no iba a darle todos los detalles a ellos, pero sí los necesarios para que se tranquilizaran. Se basó más en ella que en lo que pasaba a su alrededor, omitió los cambios de nombres, las clases, Luc, Penélope, el intento de suicidio de James… básicamente dijo lo que Luke había ya comentado por lo que terminó aburriendo a todos y eso era lo que buscaba.
La periodista agradeció sin mucho convencimiento y de mala gana omitió hacerle alguna pregunta a Matt ya que supo, muy dentro de ella, que le respondería con la misma historia y no quería volver a escuchar. Entrecerró los ojos y no le quitó la mirada de encima a Charlie hasta que alguien la empujó al pasar por su lado dio un brusco giro para saber quién había sido y se encontró a un chico de aproximadamente treinta años, morocho, no muy alto pidiéndole disculpas. Jack lo había hecho adrede.

Una hora más tarde Charlie se estaba dirigiendo a casa con James en un auto conducido por Jack; no le molestaba su presencia pero tendría que adaptarse a ello porque lo vería todos los días hasta que acabara, en algún momento, aquella pesadilla.

•••

Al día siguiente lo primero que pensó Charlie al abrir los ojos fue en la fecha. Era 18 de octubre, cumpleaños de James; no se había preocupado por el suyo ya que era un evento de menor importancia en ese momento, tres días atrás ella se encontraba desesperada por volver y había obtenido aquello, pero una vez de vuelta se sentía tan fuera de lugar como si nunca hubiera pertenecido realmente a aquel sitio.
Luego de una larga ducha Charlie bajó a la cocina a buscar a James pero no estaba allí, a cambio se encontró con un post-it pegado por la heladera en el que indicaba que fue a hacer compras para el almuerzo y que regresaba alrededor de las once y treinta.
Se encogió de hombros y revisó la heladera para ver qué podía desayunar; en ese momento en el que abrió la puerta se le ocurrió llamar a Gabe, ella era una experta en preparar sorpresas por lo que luego de tanto ajetreo Charlie quiso un poco de normalidad, aunque nada era normal.
Echó un vistazo rápido a la calle desde la ventana de la sala y efectivamente encontró lo que quería ver; salió raudamente por la puerta principal y corrió hasta el auto de Jack, quien al verla correr bajó apresuradamente del vehículo.
—¿Sucede algo, señora? —Preguntó lo más tranquilo que pudo.
—Por dios, ni siquiera nos llevamos dos años de diferencia, llámame Charlie —rió esta por lo bajo—. Pero… sí, sucede que necesito tu teléfono móvil. Necesito llamar a mi hermana urgentemente.
—Suba al auto, la llevaré hasta su casa.
—¡No! Necesito simplemente hablar con ella, ¿me lo vas a prestar o tengo que ir a comprarme uno?
Jack se vio sorprendido, no sabía qué hacer tenía simples órdenes de cuidarla, no de hacer lo que ella le pidiera.
—Bien, iré al teléfono público de la siguiente calle, ¿vienes? —preguntó ella, desganada.
Jack sacó un iPhone del bolsillo interior de su saco y se lo pasó a Charlie tras desbloquearlo con su huella dactilar.
Después de haber marcado el número del teléfono fijo de la casa de su hermana se puso a hablar sobre tragos y picadas, globos y cosas que podrían hacer para la fiesta, no quería descartar cualquier cosa que podría funcionar, Charlie esperaba que fuese una verdadera celebración ya que ella misma se veía bastante cansada de lo monótono que se estaba volviendo todo con las preocupaciones constantes que todos tenían sobre ella y Matt.
Diez minutos fue lo que duró su llamada, al devolverle el móvil a Jack le sonrió agradecida y corrió de nuevo dentro de la casa. Sus planes eran bastante llanos, almorzaría con James, podrían salir a ver alguna película por la tarde y por la noche irían a la casa de Gabe donde ella se estaba encargando de todo. Charlie estaba bastante agradecida con su hermana quien había pedido una semana de vacaciones tras lo sucedido y se lo concedieron, de igual forma tenía algunas publicaciones que redactar en casa para la editorial en la que trabajaba, pero nada que no pueda solucionar tras una lectura rápida de ciertas noticias.
Según planes sería algo muy íntimo, solo ellos dos, su hermana, Matt y David; pensó en invitar al Dr. Maxwell pero James no le tenía más el aprecio que le tenía anteriormente por lo que omitió por completo la llamada que tenía planeada hacer para invitarlo.
Al volver a la casa Charlie se detuvo en medio de la sala sin saber qué hacer. Miró a su alrededor y se encontró perdida en su propio hogar. No tenía actividades en ese lugar a excepción de la limpieza, pero todo estaba bastante limpio. Supuso que James se había encargado de eso antes de salir por lo que realmente se sintió una intrusa.
Terminó tirada en el sofá, con un cuenco de cereal con yogurt y la tv encendida. A medida que iba masticando cambiaba de canal en canal para ver la programación. Show de variedades, películas aburridas, deportes… no encontraba nada interesante hasta que bajó el control para tomar otro bocado de su cereal; el noticiario del canal en el que había dejado estaba empezando y uno de los titulares le había llamado la atención.
Nada más simple y llano que ellos.
Una nota sobre ellos y la conferencia de prensa que habían brindado el día anterior fue lo que anunciaban. Charlie terminó su desayuno y corrió a la cocina a dejar el cuenco en el fregadero, corrió de nuevo hasta la sala y quedó expectante al televisor.
Había transcurrido media hora desde el inicio del noticiario cuando por fin dieron una breve introducción diciendo que presentarían un resumen sobre el caso y que pasarían partes de la conferencia.
Iniciaron con el Dr. Maxwell quien, por lo visto, había dado una nota, explicando el porqué de la conferencia, el por qué del regreso y pidiendo a las autoridades una investigación profunda en el caso; pasaron partes específicas de la conferencia (no había rastro de Charlie o Matt) y al final dieron un reporte sobre quién era Harry Moore y su antecedente.
Duró casi quince minutos el material completo lo que dejó pensando a Charlie en que era uno de los casos más importantes del momento; se encontraba absorta cuando llegó James y la sacó de su estupor.
—¿Qué ves? —le dijo, tirándose al sofá a su lado.
Ella parpadeó y lo miró sin comprender. Sacudió la cabeza, como intentando ahuyentar los pensamientos antes de que le carcomieran el cerebro por completo, debía enfocarse en el momento.
—Feliz cumpleaños —le dijo sonriendo a James. Éste le sonrió también y la abrazó  fuerte; ninguno podía creer nada de lo que estaba sucediendo, era un acoso constante de sus propios cerebros.
Durante la madrugada anterior James había tenido pesadillas, alrededor de las tres de la mañana se había despertado bañado en sudor y alarmado; miró a su costado esperando no encontrar a Charlie, pensando que todo lo sucedido hasta el momento había sido una ilusión de su mente, pero ella estaba allí mismo.
—Aún tengo empacados todos los regalos que traje, deberías ayudarme a desempacar y así te entrego el tuyo —comentó Charlie mirándolo atentamente.
—¿Qué regalos? —preguntó extrañado.
—Se que no compensa el tiempo que nos fuimos, son unas chucherías para Gabe, David y también para ti, quise hacerlo —se encogió de hombros ella.
Él le dio un beso en la frente y se pusieron de pie, Charlie tomó el control remoto del televisor y lo apagó, antes de seguir a James rumbo a la cocina.
—Traje de todo un poco, ¿cocinamos algo específico o…?
Charlie revisó las bolsas y sin convencimiento preguntó si se le antojaba pollo al curry, a lo que  James asintió sonriendo.

Luego del almuerzo Charlie estiró a James con ella escaleras arriba para revisar una de las dos maletas que no había desempacado hasta el momento; al abrirla comenzó a sacar ropa más que nada, se encontró con las cajas de maquillaje que había comprado para Gabe y para sí misma y los zapatos que había comprado para James; en ese momento recordó que el enorme oso de peluche para David no había viajado con ellos debido al tamaño. Debían pagar un pasaje extra para que pudieran llevar al oso. En el fondo de la enorme maleta se topó, al menos, con la pista de carreras armable que logró empacar.
—¿Una pista de carreras y zapatos son mis regalos? —bromeó James.
Charlie le dio un golpe en el brazo y fue hasta la otra maleta.
—Los zapatos sí son para ti pero lamento informarte que la pista de carreras es para el otro hombre de mi vida —sonrió ella con complicidad.
James explotó en carcajadas y se llevó los zapatos hasta el borde de la cama, donde fue a probárselos. Unos deportivos color negro y dos pares de vestir en negro y marrón, los tres le habían quedado perfectos. Charlie soltó un suspiro de alivio ya que dudaba con respecto a los calces.
—Bien, por aquí tienen que estar —se peleaba con grupo de bolsas, las cuales estaban todas etiquetadas con diferentes nombres. «Gabe casual», «Gabe vestidos», «David casual», «David elegante»… hasta que encontró la bolsa en perfecto estado que decía «James». Era bastante larga ya que no quiso doblar algunas prendas y las metió al fondo de aquella maleta—… voilà.
Con una enorme sonrisa sacó las bolsas etiquetadas y se las entregó a James.
—La que dice «casual» contiene jeans, sudaderas y polos —señaló—, y la que dice «elegante» contiene trajes enteros, dos, para ser precisa —aclaró sonriendo.
James comenzó a reír sin razón, se puso de pie y con dos zancadas se pegó a Charlie, la tomó de la cintura con ambas manos y la atrajo mejor hacia sí mientras la besaba. Torpemente ella se dejó llevar ya que la había tomado por sorpresa, le rodeó el cuello con los brazos y en un movimiento brusco él la alzó, Charlie envolvió por la cadera a James con sus piernas y este la llevó a la cama, donde se sentó sin dejar de besarla.
Charlie lo empujó levemente para recostarlo en la cama. Ninguno cedía ya que había pasado demasiado tiempo desde la última vez que mantuvieron relaciones, se necesitaban el uno al otro. Metió su mano dentro de la camiseta de James y éste se levantó levemente para sacársela, estaban hambrientos por lo que volvieron a besarse con brusquedad. James fue desprendiendo la camisa que llevaba puesta Charlie, ella cooperó apurando los botones y dejó que volara la prenda por el aire luego de quitársela. Él la miró con deseo al ver el sostén negro de encaje que traía puesto; comenzó a besarla por el cuello lentamente mientras iba bajando por la clavícula…
—Te amo —le susurró ella al oído.
Él se detuvo por un momento, la miró a los ojos y la volvió a besar en la boca.

•••

Alrededor de las siete de la noche fueron llegando a la casa de Gabe, tras el cambio repentino de planes luego del almuerzo Charlie le dio la excusa a James de que necesitaba entregar los regalos por lo que lo obligó, prácticamente, a ponerse una de sus prendas nuevas y salir de la casa con ella.
Descendieron del coche con las bolsas y caminaron rumbo a la entrada; el porche estaba iluminado pero la puerta principal estaba entreabierta, el pasillo estaba a oscuras al igual que la sala y la cocina, unos haces de luz provenían de la escalera que iba a las habitaciones pero más allá de eso, nada. James se alarmó y comenzó a llamar a su sobrino y su cuñada en voz alta.
Charlie encendió la luz del pasillo y cerró la puerta tras ella, sigilosamente caminó detrás de James a quien indicó que fuera a encender la luz de la sala, ella iría a la cocina a hacer lo mismo. Cuando él apretó el interruptor de la luz Gabe, David y Matt gritaron «¡Sorpresa!» todos a la vez y Charlie rompió en carcajadas. James se veía sorprendido, pero luego de soltar un suspiro de alivio sonrió también.
—¿Por esto me obligaste a venir? —Preguntó dándose la vuelta y mirando a su novia.
Ella se encogió de hombros, la sonrisa no se le borraba del rostro.
Globos inflados con helio flotaban por el techo, banderines de colores estaban colgados por las paredes, bocadillos tanto salados como dulces llenaban la mesa de la sala, había caramelos y otros entremeses que no venían nada mal. Dos cajas envueltas con papel de regalo estaban esperando a ser abiertas en el sofá. Charlie entregó los suyos y David comenzó a gritar cuando tomó en sus brazos el paquete de la pista armable.
—Como le dije a James, sé que no compensa mi ausencia, pero tampoco quise llegar con las manos vacías —comentó Charlie apenada.
—No te preocupes —le respondió Gabe. Tomó una pequeña caja negra rectangular con moño plateado de la mesita de bocadillos dulces y se lo entregó—. También preparamos algo sencillo para ti, tu cumpleaños fue no hace mucho y quisimos regalarte algo.
Charlie abrazó a su hermana y guardó el presente, no iba a abrirlo allí por lo que lo metió en su cartera y fue a servirse algunos que otros bocadillos. James aceptó las bromas de Matt, los presentes de Gabe y los abrazos de su sobrino. David era un niño bastante amoroso que no sabía aún lo que era la maldad; inclusive luego de haber perdido a su padre y a su tía no comprendía de todo aún al mundo.
Gabe, siempre atenta salió a la calle e invitó a Jack y a Peter a que pasaran a comer algo a la casa. Ambos se encontraban fuera hablando entre ellos mientras los demás estaban en la pequeña fiesta, Jack rechazó pasar pero agregó que podrían comer algo simplemente allí afuera, Peter agradeció la oferta de igual manera.
—Hace frío y no les voy a traer nada hasta aquí. Así que o entran o se mueren de hambre —les respondió Gabrielle con deje de orden.
Desde el nacimiento de David ella se había tomado bastante en serio el ser madre. Muchas mujeres van aprendiendo a medida que corren los años y sus hijos se hacen mayores, pero ella no quería aprender por el camino. Siempre estuvo bastante preparada para cualquier ocasión y su instinto maternal la ayudó muchísimo. Por eso trataba a todo el mundo como a un niño, estaba acostumbrada a cuidar a todos. Su trabajo era la única excepción, aunque le gustaba hacer sentir cómodos a sus compañeros alrededor de ella, era muy querida en la editorial. Comenzó a caminar hacia el porche, escuchando pasos por detrás de ella y sonrió con autosuficiencia.
Matt y James recibieron muy bien a los nuevos invitados, Charlie estaba bailando con David quien reía alegremente; todo iba en orden, nada podría ser tan malo si se tenían los unos a los otros.

Pero semana después recién comenzaron a sentir las verdaderas consecuencias de haber regresado a casa.
James había vuelto al trabajo, al igual que Gabe. Matt cada tanto tenía reuniones con el Dr. Maxwell y Charlie se dedicaba a las banales tareas domésticas. Se había tomado unos cuántos días para reorganizar su closet, el cual contenía demasiada ropa vieja. Apartó muchas prendas suyas para donaciones y otras para Gabe (ya que tenían la misma talla), finalmente terminó quedándose con lo poco que había comprado de España. Estaba necesitando abrigos ya que se acercaba una dura temporada, pronosticaban temperaturas bastante bajas para ese otoño por lo que decidió llamar a Gabe y a Matt y avisarles que se llevaría a David de compras con ella por la tarde.
Alrededor de las tres Charlie avisó a Jack que irían primero al instituto de David y luego al centro comercial; como James utilizaba el auto con el que se manejaban ambos Jack hacía de chofer, de igual manera tendría que seguirla, por lo que terminaba siendo más práctico si iban en el mismo vehículo.
David soltó un grito de júbilo cuando vio a su  tía esperándolo al salir de la escuela, se pegó a ella como un koala a un árbol y no la soltó hasta que subieron al auto.
—¿Iremos a tu casa, tía? —Preguntó emocionado.
Charlie puso cara dubitativa, luego negó con la cabeza. La emoción se esfumó del rostro de su sobrino. Intentó no reírse antes de contarle los planes.
—Iremos al centro comercial a hacer compras y luego a merendar, ¿te gusta la idea? —preguntó Charlie sonriéndole.
David comenzó a gritar emocionado y a dar saltitos inclusive estando sentado, le dio un fuerte abrazo a su tía y luego se quedó quieto con una gran sonrisa en el rostro. Charlie lo adoraba, la inocencia que abarcaba la niñez era un completo misterio para ella; a quien desde temprana edad se la habían arrebatado.
Tras media hora de recorrido por las calles aparcaron en el subsuelo del centro comercial, subieron por el ascensor al primer piso y comenzaron a recorrer tiendas de ropa tanto infantiles como de adultos. Charlie amaba hacer compras, siempre que salía para eso terminaba comprando cosas para todo el mundo, pero se limitó a ella y a David en ese momento. Se sentía mal consigo misma por cómo lo había tratado durante la reunión semana atrás; en aquel momento todo en su cabeza era un desastre, por lo que no quiso arruinarlo con David. James se había encargado bastante bien de él, pero de igual forma el sentimiento de crueldad que tuvo para con su sobrino la carcomía, necesitaba rectificarse para su propio bien.
Charlie ya iba cargada con dos bolsas de zapatos para ella y otras tres de ropa para David luego de dos vueltas enteras solo por el primer y segundo piso, aún faltaban otros dos y el último en el que se encontraba el patio de comidas. Le prometió a David que luego de comprarse ropa para ella lo llevaría a tomar un enorme batido de chocolate, el cual era la merienda favorita de su sobrino. Él accedió a ello y subieron a la tercera planta. Jack iba ensimismado en sus pensamientos mientras los seguía sin decir una sola palabra, para Charlie era como andar sola, ni siquiera sentía su presencia y le gustaba que fuera así, no interfería con ella para nada.
Había dejado a David con Jack, sentados frente a una tienda y mientras ella se encontraba dentro del probador cuando de pronto la alarma contra incendios comenzó a sonar, estaba semi desnuda a punto de enfundarse unos pantalones que tenían en la vitrina pero el pánico la consumió por completo. Volvió a vestirse y al salir del probador vio a lo lejos a Jack correr con David en sus brazos, ridículamente Charlie pensó en sus compras y se detuvo a buscarlas en la tienda, al encontrarlas salió corriendo tras el rastro de Jack quien ya iba escaleras abajo rumbo a la salida.
Las personas corrían despavoridas buscando dónde refugiarse pero lo único que podían hacer era salir a la calle. Ya se empezaba a oler  cosas quemadas, Charlie echó un rápido vistazo hacia una de las ventanas del corredor y vio que un denso humo negro se esparcía por el aire. El caos que se generó Charlie no lo había visto antes, criaturas llorando buscando a sus padres, guardias socorriendo a personas atrapadas en locales con cierre automático ante emergencias… Fue egoísta por primera vez en toda su vida y se preocupó por ella misma, aunque quiso ir a ayudar a toda esa gente. Al salir a la calle tras una larga corrida desde el tercer piso hasta el primero se encontró con Jack quien tenía a David en sus brazos, él se estaba sosteniendo muy fuerte y escondía su pequeño rostro entre el cuello del guardaespaldas, estaban a una cuadra del centro comercial resguardados tras un auto.
—Discúlpame Charlie, quería asegurarme de David primero —se excusó rápidamente Jack.
—Que esto quede entre tú y yo, ¿ok? —dijo ella. Sabía que si alguien se llegaba a enterar de que la había abandonado en la primera escena de peligro, él estaría despedido y no quería más cambios de personal en cuanto a su seguridad se refería—. Bien, creo que deberé comprarme ropa de otro lado —acotó ella cambiando de tema como si no hubiese pasado nada realmente— y… ¿David? —El pequeño la miro con tristeza—. ¿Quieres ir a casa a tomar el batido que te prometí?
El pequeño asintió con fuerza y se secó las pocas lágrimas que habían corrido por su mejilla. Charlie estiró los brazos para alzarlo pero fue justo en ese momento cuando una explosión de calor recorrió su brazo derecho. Soltó un grito de dolor y  al momento en el que bajó la cabeza se percató de que había sido víctima de un disparo. Se sintió mareada y cayó sentada al suelo, se tomó el brazo mientras lo sentía arder. Comenzó a buscar a alguna persona con un arma por los alrededores pero el caos era total que no se entendía lo que pasaba, el edificio había empezado a arder en el cuarto piso y se estaba expandiendo a los demás.
Jack dejó a David en el suelo y lo cubrió con su cuerpo de quien quiera que sea la persona que estaba disparando. Se sacó la chaqueta y la presionó contra el brazo de Charlie.
—No te lo saques por nada del mundo —dijo Jack, quien tomó su teléfono móvil del bolsillo de su pantalón y realizó una corta llamada pidiendo que pasaran a buscarlos sin dar demasiados detalles.
—¿A quién llamaste? —preguntó Charlie, jadeando.
—Al guardaespaldas del Dr. Maxwell —se arrodilló ante la chica y agarró la chaqueta—. Déjame que yo presione, necesitamos ir a un hospital antes de que pierdas demasiada sangre y termines colapsando.
Charlie más que por ella se encontraba preocupada por su sobrino quien miraba atentamente lo que sucedía con una clara expresión de pánico en el rostro. Había sido solo un disparo en el brazo, ni siquiera era en algún órgano vital. No iba a perder la consciencia tan rápidamente así que trató de tomarlo con calma, dio varios respiros hondos con los ojos cerrados y al volver a abrirlos, miró a David.

—Tranquilo, estoy bien —le dijo ella. Estiró el otro brazo para juguetear con el cabello del niño cuando otra bala le atravesó, esta vez, el pecho a la altura de la clavícula.

Colateral. — Capítulo 5.

Una fina capa de lluvia comenzó a caer durante el crepúsculo de aquel 15 de octubre, más que vivir, el jet lag pudo con Charlie por lo que se pasó durmiendo casi toda la jornada. Mientras la veía dormir James cayó en cuenta de que el día anterior había sido su cumpleaños; una lucha interna se libraba entre sus emociones: enojo, asombro, maravilla, temor… No lograba recordar la cantidad de noches que había pasado en pena, llorando a causa de su supuesta muerte y en ese momento la tenía allí, justo a su lado.
Pensó por un momento en lo que habría ocurrido si ella se hubiera topado con un James realmente muerto si su intento de suicidio hubiera sido exitoso.
Se encontraba alerta a todo desde que la vio sentada en la cama por la mañana, cuando había despertado. Durante la primera semana luego de su muerte tenía una fiel creencia de que todo era una mentira, que Charlie aparecería sonriendo como si nada y gritando «¡Sorpresa!» a viva voz para marcar presencia, pero los días fueron extendiéndose a semanas y ellas se convirtieron en meses. Y, al final, tomó la decisión de abusar con los antidepresivos que le fueron recetados en algún punto del correr de los meses.
Había ido a consultas para saber qué le sucedía, pero todos lo veían como a un pobre perro abandonado en la calle, y él simplemente lo aceptó porque no sabía qué hacer.
Gabe, la hermana de Charlie, era la única que lo entendía, pero ella (al menos) contaba con David y debía luchar por él, salir adelante para criarlo y convertirlo en la increíble persona que algún día llegaría a ser. Con solo siete años de edad era un niño muy valiente y aún tenía todo un futuro, uno muy grande por delante.
Eran las nueve de la noche cuando el celular de James comenzó a sonar insistentemente. Al primer llamado lo dejó sonar adrede, pero otros dos llamados lo siguieron por lo que al revisar el celular y no encontrar registrado el número que figuraba en la pantalla se molestó bastante. Tenía miedo de que fuera alguna llamada de extorción tras la llegada de Charlie
—¿Hola? —respondió, saliendo de la habitación.
—James, soy Luke.
Rabia. Era algo parecido a una bola de fuego lo que comenzó a recorrer su cuerpo sin rumbo fijo, Luke era el causante de todo y sin descaro se atrevía a molestarlo en ese momento. No iba a despertar a Charlie solo para que él la hablara.
—Dr. Maxwell —dijo James, tranquilo.
—Discúlpame que te moleste, conociendo a Charlie debe estar durmiendo —James ingresó al estudio y caminó por él con las luces apagadas. Estaba descalzo y el suelo frío lo ayudaba a mantener la calma, crear nuevos problemas con todos los que ya vinieron era la última de las intenciones de James, sabía que Charlie lo estimaba mucho, así que simplemente respiró con profundidad y escuchó—. Solo quiero informarte algo.
—Adelante, lo escucho.
—Mañana tendremos una reunión en la casa de Matt, es importante la presencia de Charlie y la tuya, por supuesto. Hay muchas cosas que debemos tratar entre todos —comentó Luke.
—Ok, avisaré a Charlie en cuanto despierte —respondió sin ánimos.
—Será a las 4 p.m., por favor no lleguen tarde.
—Haré lo posible —finalizó James y cortó la comunicación. Soltó una maldición entre dientes y mientras salía del estudio apagó su Smartphone. No quería más molestias y lo único que esperaba era solucionar todos los problemas de una vez.

•••

Durante el trayecto a la casa de Gabe y Matt nadie dijo nada, Charlie ni siquiera tenía ganas de ir ya que su cabeza estaba por explotar, los enormes círculos negros alrededor de sus ojos denotaban cansancio y tampoco se molestó en disimularlo. Sabía que era importante seguir las órdenes de Luke a partir de ese momento, pero solo quería recuperarse del cambio de horario que la tenía con un humor de perros, no pedía nada más.
Volver a caer dormida en el auto fue tan sencillo como si se encontrara en su cama. Antes de percatarse de nada sintió que le acomodaban el cabello detrás de la oreja. Abrió los ojos y bostezó.
—Llegamos —anunció James.
Ella miró a su alrededor sin prestar demasiada atención y se recostó por la ventanilla para luego  volver a cerrar los ojos. De pronto giró su cabeza hacia su izquierda y quedó mirando a James.
—¿De verdad necesitan nuestra presencia? —Preguntó.
—Siento decirte que sí —respondió comprensivamente él.
—Podríamos dormir en el sofá mientras ellos hablan —sugirió Charlie, volviendo a bostezar.
James sonrió, negando con la cabeza.
Se desprendió el cinturón de seguridad y descendió del auto; quedó mirando a la casa de su cuñada por un largo rato. No había vuelto a poner un pie allí desde los hechos, pero todo era diferente. Bajó la vista a sus pies, buscando una especie de pretexto para no ingresar, pero no lo encontró antes de que los además de que se percataran de su presencia en el lugar. Volvió su mente al presente y rodeó el auto para abrirle la puerta a Charlie.
—Ya nos vieron —le susurró al oído desprendiéndole el cinturón de seguridad, ella abrió los ojos y bajó sin decir una sola palabra. Le tomó de la mano a James y se dirigieron hasta la casa.
Ralph estaba en el umbral, esperándolos.
—Bienvenidos —dijo a modo de saludo.
David llegó corriendo e intentó abalanzarse sobre su tía, pero James fue más rápido que él y lo atrapó antes de llegar a Charlie. Lo llevó entre sus brazos hasta la sala y luego de un intercambio bajo de palabras el pequeño salió corriendo nuevamente. El agradecimiento quedó atorado en la garganta de Charlie ya que no estaba de ánimos en ese momento.
Eran pasadas las cuatro de la tarde, Luke ya se encontraba en la sala cuando ingresaron los recién llegados, los miró con desaprobación pero no emitió juicio alguno. Matt fue a saludarlos y al instante se percató de la actitud de su cuñada quien atinó a tirarse al sofá, cruzándose de brazos y piernas. Gabe ingresó con una bandeja llena de tazas de café y al verlos sonrió con emoción.
—Te prepararé una taza de chocolate caliente a ti —comentó dirigiéndose a Charlie—. Y… es bueno verte por aquí de nuevo, James.
—Luego, Gabrielle —dijo Luke—. Empecemos con esto.
—No importa, tranquila —respondió Charlie a su hermana.
Todos tomaron asiento, Luke fue el único que se mantuvo de pie. David por su cuenta corría por la casa de un lugar a otro.
La conversación se convirtió en una reunión informativa general; empezando por Harry Moore. El Dr. Maxwell había explicado simplemente lo básico a Matt antes de volver y necesitaba poner a todos al tanto de la historia completa sobre el primer asesinato que había cometido.
—John Lee, el joven de veinticinco años al que había matado quince años atrás fue uno de los asistentes informáticos de una gran empresa de comunicaciones de aquel entonces, Big World Communications, la BWC era la única empresa que se dedicaba a desenmascarar políticos corruptos y a los grandes criminales con los que trabajaban. John poseía en ese momento un diskette con información valiosa sobre Douglas Campbell, un político de alto rango que había llegado al poder de un Ministerio gracias a grandes estafas. Si la información que John tenía en sus manos terminaba siendo publicada lo iban a hundir, por lo que contrataron a Moore para el trabajo. Asesinaron a John, eliminaron el diskette, Moore fue bien remunerado por ello y ni siquiera cumplió por completo la ridícula sentencia que le dieron, terminó siendo excelente proyecto para él y una gran experiencia. Campbell de igual forma terminó hundiéndose unos años más tarde, pero a John le costó bastante caro defender aquella información. Tras todo el escándalo BWC terminó cerrando porque las acciones cayeron en picada, nadie quiso invertir más porque tenían miedo de que ocurra algún atentado.
»Según lo recabado en nuestro caso, hasta el momento Harry Moore fue solamente el autor moral. Y digo solamente ya que él no efectuó directamente el tiroteo y tampoco fue el que lo ordenó, él fue el encargado de reunir a los criminales que llevarían a cabo la balacera. No sabemos aún quién está a la cabeza de todo lo ocurrido pero lo averiguaremos. Moore hablará tarde o temprano, y en su juicio no obtendrá unos pocos años, como lo permitieron los jueces que lo condenaron anteriormente.
—La verdad es que es bastante peligroso, no lo duden; pero tampoco accedan a sus chantajes si llegan a contactarlos de su parte —acotó Ralph cortando a Luke.
—¿Cuántos años tiene? —Inquirió Gabe con curiosidad.
—Cuarenta y seis —respondió Luke.
Por un momento se hizo el silencio. El ambiente de tensión se derrumbó de pronto con la corrida de David alrededor de la casa; estaba jugando con un avión e iba de un lado para otro correteando con él.
—Bien, por otra parte quiero comunicarles que hablé en privado con algunos medios de comunicación y me pidieron hacer alguna declaración oficial sobre todo lo ocurrido.
James, quien tenía la mirada fija en el suelo, alzó de repente la cabeza y miró a Luke con asombro. Intentó expresarse pero las palabras simplemente no salieron.
Gabrielle quedó pasmada, con la boca abierta y Matt intentaba calmarla. Charlie ni siquiera estaba prestando atención realmente por lo que asintió con la cabeza, como analizando palabras que no había escuchado.
—Mañana a las 12:00hs tenemos una conferencia de prensa Matt, Charlotte y yo —sentenció Luke—. Será en la sala de conferencias de la oficina de Ralph y debemos estar allí al menos dos horas antes. Ralph se encargará de la organización y todo lo demás; no se preocupen por nada, solo tienen que estar presentes. Con respecto a las preguntas… entregaremos una lista de temas preseleccionados; si hay alguna cuestión que sea parte de los temas pero no quieren responder, no importa, nadie los obligará a hacerlo.
—¿Planea arriesgarlos y meterlos dentro de la boca del lobo? Hacer una conferencia de prensa sería lo mismo que servirle en bandeja de plata el arma a quien quiera que sea que está detrás de todo esto, es como si los estuviera exhibiendo para que vengan a matarlos —soltó James, nervioso.
—Es para lo que vinimos —respondió Charlie, bostezando. Se frotó los ojos y se acomodó en el sofá.
Ralph tomó la posta de la conversación explicando brevemente el punto de la conferencia de prensa; necesitaban mostrarse, sí y Harry necesitaba saber también que estaban vivos, porque hasta ese entonces nadie se lo había dicho. Buscaban una reacción por parte de él para ubicar a la mente de todo el atentado.
Tiempos difíciles se aproximaban, todos lo sabían.
Tomó alrededor de una hora y media aquella reunión. James no estaba para nada contento y no podía disimularlo, Gabrielle tenía en mente que lo que se estaba haciendo era lo mejor, pero tampoco estaba muy segura de ello, la actitud de James la ponía nerviosa. En aquel lugar Matt era la única persona realmente consciente de todo lo que se decía, razonaba con la cabeza fría, tenía en mente que cuando se trataba de ellos Luke no tomaba decisiones a la ligera y nunca hizo algo con lo que ellos no estuvieran de acuerdo. Charlie por su parte solo esperaba una orden para abandonar la casa.
—Para finalizar… Contraté a un guardaespaldas para cada uno, mañana oficialmente comenzarán a trabajar con ustedes. Irán con ustedes a todas partes y mientras se encuentren en sus casas montarán guardia desde una camioneta blindada, que será en la que se movilizarán a partir de ahora —miraba a Charlie y a Matt alternativamente. Este último asintió con la cabeza, comprendiendo todo lo que implicaba. Tomó a Gabrielle de la mano y ella lo miró.
—¿Qué hay de James y yo? —preguntó Gabe.
—Yo no necesito un guardaespaldas —respondió rápidamente James.
—Si los precisan puedo pedir por otros para ustedes —respondió Luke fijando la vista en ella.
—Prometo procesar mañana todo el bla, bla, bla de hoy, ¿puedo irme ya? —Interrumpió Charlie masajeándose la sien. Alzó la vista para mirar a todos los presentes y posó la mirada en Luke. Éste no tuvo nada que decir por lo que la dejó en paz asintiendo con la cabeza, ella se levantó del sofá y se dirigió al pasillo, rumbo a la calle.
Gabe arrastró los pies escaleras arriba, buscando a David. Luke y Ralph fueron a la cocina a por más café y Matt corrió tras James y Charlie.
—James, ¿puedo hablar contigo antes de que se vayan? —Inquirió Matt.
—Seguro.
Charlie escuchó aquello por lo que retrocedió unos pasos, tomó las llaves del auto cuando James se las pasó y salió sin decir nada. Matt caminó por el pasillo, seguido por su concuñado; fueron al porche para que no los escucharan.
—¿Cuál es el problema contigo? —Preguntó con tranquilidad ya afuera—. Has estado alterado toda la tarde.
James vio a Charlie subir al asiento copiloto del auto y una vez cerrada la puerta respondió.
—No sabes la cantidad de noches que pasé mintiéndome a mí mismo —dijo vagamente, sin despegar la vista del auto.
—¿Qué?
—Me decía que todo era una mentira, que Charlie no murió, que aparecería en cualquier momento. Me dije que todo estaría bien… pero pasaron ocho meses, entré en depresión, intenté matarme porque nunca en toda mi vida amé tanto como amo a Charlie y luego de tanta felicidad de pronto ella muere. Y, de la nada revive. ¿Eso tiene lógica para ti? —Lo miró.
James hablaba sin darse cuenta de ello realmente. Matt quedó sin poder decir nada; solo escuchaba atentamente.
—Ayer cuando desperté la encontré abrazada a mí, como si nada hubiera sucedido. Pero creí que mi cabeza me estaba jugando una mala pasada. Estuve a punto de creer que era una alucinación hasta que me besó. Fue ahí cuando caí en la realidad de que era ella —cerró los ojos por un momento mientras se pasaba la mano por la cara—. Incluso verte a ti es difícil, pero no tanto como ver a Charlie, supongo lo comprendes, ¿verdad? El punto de todo esto es que esta mañana me prometí a mí mismo que no la volvería a perder; además de que comencé a desarrollar una especie de antipatía y desprecio hacia Luke Maxwell porque todo esto es culpa suya —escupió.
—Hey, tranquilo hermano —se apresuró Matt—. Nadie tiene la culpa de esto.
—¿Estás de acuerdo con exponer a toda la familia por él? ¿Estás consciente de que Gabrielle y David corren el mismo peligro que el Dr. Maxwell solo porque tú trabajas para él?
—James, debes pensar con la cabeza fría. Charlie te necesita y tú la necesitas, no lo arruines ahora que la tienes de vuelta. Ambos necesitan apoyo mutuo porque esto es mucho más complejo de lo que en realidad se ve.
Él no dijo nada más, sabía que Matt conocía a Charlie bastante bien y que siempre pensaba en su bienestar porque la consideraba como su hermana menor por lo que simplemente asintió con la cabeza para finalizar con la conversación, ya no tenía ánimos para continuar.
Matt se había percatado que después de todo lo ocurrido James ya no era el mismo, pero rogaba porque Charlie lo ayude a recuperar su antiguo yo, tranquilo, paciente y por sobre todo analítico en situaciones de mucha presión, como aquella.

•••

Para muchas personas Charlie era alta, para otras no, pero allí mismo, teniéndola a su lado James la veía pequeña, a pesar de medir un metro setenta. La veía una criatura a la que debía proteger de todos y por la que lucharía contra todos. Su cabello negro azabache cubría casi por completo su rostro. Iba durmiendo durante el trayecto a casa, de nuevo.
James detuvo el auto en una gasolinera y mientras le llenaban el tanque bajó a comprar algunos bocadillos. Recorrió pasillo por pasillo aquella tienda, fijándose en qué podía llevar; luego de seleccionar algunas papas fritas, galletitas saladas y Coca Cola conversó sobre el clima con la mujer que atendía el lugar mientras pagaba. El televisor encendido al lado de la caja registradora parloteaba sobre una gran conferencia de prensa que se llevaría a cabo al día siguiente sobre un político supuestamente muerto y dos de sus trabajadores, la transmisión sería en vivo y pedían que no se despegaran de la pantalla. No quiso escuchar más por lo que tomó las cosas luego de guardar el cambio y salió. Para cuando regresó encontró a su novia despierta, mirando al horizonte, perdida entre pensamientos. Al abordar el auto ella dirigió su vista a él y le sonrió. No se dijeron nada, les gustaba tanto el silencio como hablar pero en ese momento su mejor compañía definitivamente era la tranquilidad que brindaba el silencio.
Una vez llegados al departamento Charlie subió al estudio, mencionó algo sobre reflexionar y procesar todo lo hablado en la reunión por lo que James se dirigió a la cocina a dejar la bolsa y luego fue a darse un baño.
Era simple aceptar el tener a un guardaespaldas custodiándola en todo momento, el Dr. Maxwell siempre lo había sugerido; pero Charlie no era como él. A ella no se le daba bien la oratoria para los medios y tenía pánico a las cámaras, en los años que llevaba trabajando con él nunca tuvo que exponerse y dar la cara.
Luego de mucho pensar caminando de una esquina a otra se sentó en el escritorio y tomó un lápiz del lapicero, sacó un bloc de notas de uno de los cajones y se concentró en tomar todas las ideas posibles sobre lo que podían preguntarles. Analizaba las posibles respuestas una y otra vez, tachaba ciertas cosas y volvía a escribir. Se mantuvo así por un rato bastante largo hasta que James llamó a la puerta. Entró con una bandeja de sándwiches y jugo, lo dejó sobre el escritorio a un costado antes de tomar asiento frente a Charlie; quien seguía ensimismada con las notas, unas cuantas bolas de papel a sus costados denotaban el esfuerzo que estaba haciendo por asegurarse de que todo lo que diría sería lo correcto.
—¿Quieres comer algo? —Preguntó James, haciéndola caer estrepitosamente a la realidad.
Ella lo miró de hito en hito, dejó correr unos segundos antes de hablar.
—Tú estás muy enojado —dijo de pronto, lo más calmada posible. Estaba ya más despierta y quería analizar todo lo sucedido durante la tarde antes de que pase demasiado tiempo.
Él asintió con la cabeza y rodó los ojos hasta la ventana que se encontraba a su izquierda. Afuera estaba ya oscuro y poco a poco las aceras iban iluminándose. Charlie dejó el lápiz detrás de su oreja derecha y entrelazó sus manos; quedó expectante a James, esperando a que comenzara a enumerar todo lo que cruzaba por su mente.
Pero aquellas ideas que esperaba no llegaron.
Él concentró su mirada en ella y negó con la cabeza, esbozando un amago de sonrisa.
—No te preocupes por ello —fue todo lo que le dijo.
Quiso reponer que lo hacía, que se preocupaba por él como él lo hacía por ella, pero comprendió que no estaba de ánimos para esa conversación en ese instante por lo que no insistió.
—Ok —fue lo único que se animó a decir antes de apoderarse de un sándwich.
James de pronto ensanchó su sonrisa, percatándose de algo.
—No te has cortado el cabello en todo este tiempo —observó.
—Ni siquiera me preocupé en pensar en ello —respondió ella, mirando de qué lado mordería a continuación—. ¿Te gusta? —Preguntó con la boca llena.
Charlie había llevado el cabello corto gran parte de su vida. Nunca pasaba de sus hombros, tenía cita cada dos o tres meses con el estilista para sus cortes y James amaba esa parte de ella. Más de nueve meses habían pasado desde la última vez que se lo cortó, pero lo último en lo que hubiera pensado estando en España, era el largor de su cabello.
—Soy fan de tu cabello corto, pero la verdad es que te queda bastante bien el cabello medio largo —se encogió de hombros—. No sería mala idea si te cortas sólo las puntas para que crezca más sano.
—¿Quién eres tú y qué has hecho con mi prometido? —Inquirió Charlie, horrorizada, antes de explotar en carcajadas con James.
—Hay cosas más importantes que el nuevo James ahora mismo, ya nos haremos cargo de él en algún otro momento—concluyó.

•••

Tal y como Luke lo había solicitado, todos estuvieron presentes ya dos horas antes. Un maquillador se encontraba preparado, en la sala de espera, listo para trabajar en Charlie quien estaba con la cara lavada. Sus ojeras se denotaban bastante y, por más de tener la piel morena, también su palidez era un problema.
—Niña, tienes unos hermosos y enormes ojos verdes que con solo aplicarte algo de delineador los harías resaltar a diez kilómetros de distancia —le dijo el maquillador a Charlie en tono confidente.
Ella simplemente sonrió cansada, asintiendo. La noche anterior había estado hasta tarde conversando con James sobre temas sin sentido hasta que terminó con las notas y se fueron a dormir. Necesitaba un energizante en ese momento para empezar la entrevista.
Media hora después tenía mejor aspecto, aunque seguía viéndose cansada. El maquillador le dijo que su trabajo no había valido la pena en ella y le entregó unos lentes de sol antes de salir molesto de la sala.
Charlie se puso los lentes y se miró al espejo, de verdad terminó siendo una mejor opción. Se los quitó y también salió, rumbo al living donde se encontraban todos. La miraron con incertidumbre pero ella no dijo nada mientras se sentaba al lado de James. Éste se acercó más a ella para tomarle de la mano, le dio un leve apretón y ella le sonrió antes de colocar la cabeza sobre sus hombros.
Luke miraba cada tanto su celular mientras que el resto estaba inmerso en una conversación aleatoria que había surgido en el momento. El  ambiente familiar le resultó conocido a Charlie por lo que se sumergió también en la conversación como si nada y así dejó que pasara el tiempo, escuchando historia de las que se había perdido.
Veinte minutos antes de que den las doce en punto se escuchó cómo los periodistas ingresaban bulliciosamente a la sala de conferencias, Matt soltó un suspiro y Gabe le dio un abrazo.
—Vas a estar bien —le dijo James a Charlie.
Ella asintió y miró a Luke, quien dio la orden para que los siguieran todos.
Se miraron sin comprender por qué pero caminaron detrás de él, quien se dirigía por el pasillo que los conducía a la sala de conferencias.
En la puerta se encontraron con dos hombres enfundados en trajes bien puestos. Luke se acercó a ellos a saludarlos y luego dio media vuelta hacia el resto.
—Charlie DeHaan —señaló a ésta, quien seguía de la mano con James— y Matthew Baggott —lo señaló también—. Estos dos son Jack Franco y Peter Black, Jack se hará cargo de Charlie y por consiguiente Peter de Matt.
Jack era todo lo opuesto a Peter, se fijó Charlie, como el blanco y el negro. Mientras que Peter era un hombre musculoso, alto, rubio, de ojos miel, alrededor de los cuarenta… Jack, por el contrario era moreno, de ojos marrones profundos, tenía el rostro de un joven pero rondaba los treinta, su cabello recortado perfectamente ayudaba a su apariencia de niño bueno, ya que no superaba el metro setenta y cinco.
Este último se acercó a James bastante animado, con la mano extendida.
—Jack Franco, Sr. DeHaan. Será un placer trabajar con usted.
James lo miró entre curioso y divertido, pensando que era una broma de Luke, pero nadie dijo absolutamente nada. Extendió su mano y correspondió por cortesía el saludo. Charlie rápidamente encajó las piezas y comprendió la situación; explotó en carcajadas en el momento en que sucedió eso.
—Así que mi guardaespaldas es un niño con sentido del humor —dijo ella, intentando calmarse.
Jack retrocedió un paso y la observó sin comprender.
—Lo siento, señora. Estoy aquí para trabajar con el señor Charlie —comentó él, bastante serio.
Ella trató con todas sus fuerzas de contener otra carcajada, pero no pudo. Era la primera vez que alguien la hacía pasar por hombre gracias a su nombre.
—Yo soy Charlie DeHaan —respondió sonriendo—. Charlotte DeHaan —aclaró mejor—. Charlie es un sobrenombre.
El rostro de Jack se contorsionó en diferentes expresiones hasta llegar a la compresión y la sorpresa. Charlie continuaba riendo, James negaba con la cabeza también con una sonrisa en el rostro y el resto los miraba como si estuvieran locos.
—Creía que… —Jack dejó flotando su pensamiento, se tomó primero las carcajadas de Charlie como un insulto, pero se percató de que no lo estaban tomando del pelo. Sonrió un poco al fin.
—Jack Franco —se presentó de nuevo, esta vez a ella.
—Mucho gusto —Charlie estiró la mano y Jack la tomó.
Tras esa experiencia ambos tuvieron muy buena sensación con respecto al otro.
—Basta de presentaciones, es hora —dijo Luke.
Lo miraron y las expresiones de diversión y tranquilidad se transformaron rápidamente en seriedad y nervios.
Se abrieron las puertas.
Charlie se puso los lentes e ingresó luego de que James le susurrara algo. Jack la siguió y luego ingresaron Matt, Peter, Luke y por último Ralph acompañado de sus custodios.
Una vez iniciados los flashes, estos no se detuvieron. Los reflectores eran bastante fuertes. Charlie se sintió pequeña con todas esas cámaras apuntando a ella mientras tomaba asiento en la mesa que estaba en el escenario montado, le incomodaban los flashes que no la dejaban ver con claridad el rostro de las personas que se encontraban allí en ese momento. Giró la cabeza hacia Matt quien estaba anotando algo en un papel que luego lo pasó a uno de los custodios del Dr. Collins.
—Se fuerte. —Eso le había dicho James antes de salir, así que se sentó correctamente y trató de no titubear cuando por fin comenzaron a caer las preguntas, al igual que las balas en el tiroteo.

 
Plantilla de Bika Thraumer