El
ser humano, desde un principio, nunca fue un ser creado para vivir eternamente.
Fue creado para vivir durante un periodo relativamente considerable. Tiene el
poder para crear y destruir lo que quiera a su antojo. Pero… ¿por qué crear
instrumentos para su autodestrucción? ¿Por qué se quieren autodestruir? Drogas,
alcohol… los vicios en general son instrumentos que a largo o corto plazo
termina destruyéndonos. Existen tantas hermosas creaciones que merecen ser
valoradas mucho más. El arte, la música, las letras… ¿Por qué destruirnos la
vida con cosas que no necesitamos para vivir? Mientras tengamos el amor de las
personas que nos aprecian, todo estará bien; incluso si estemos pasando por los
momentos más dolorosos de nuestras vidas.
De Blanco A Negro.
Recuerdo que en aquella noche todo fue
perfecto. Una cena a la luz de la luna y unas cuantas velas. Él estaba vestido
con hermoso traje negro, yo ni siquiera sabía adónde iba, por lo que me puse un
jean azul, unas converse negras y sobre mi polo gris una enorme campera negra.
Era suya, olía a él, por lo que me la puse. Cuando llegué a la azotea de aquel
lujoso hotel dudé en abrir la puerta, pero lo hice después de calmar mi
ansiedad. El viento azotó con fuerza mi cabello y yo cerré mis ojos al
instante. Escuché una leve risita escondida en ese momento. Abrí los ojos y lo
encontré parado ahí. Su vestimenta me había dejando estupefacta. ¿Qué hacía él
vestido de traje?
Me tendió su mano y salí fuera. El cielo
estaba nublado, pero a él no le importó eso. Estaba feliz, porque estaba
conmigo. No podía entender cómo una persona podía sentirse tan feliz con mi
presencia. Nunca le había importado a nadie, pero él se sentía feliz al verme,
y a mí me ponía feliz verlo a él.
Me llevó hasta una mesa que estaba cerca
del borde de la azotea. La vista era perfecta. Las luces de la ciudad con las
tenues luces de las velas que se agitaban por el viento hacían todo tan
magnífico. Mientras yo miraba anonadada la hermosa vista él me invitó a tomar
asiento, retirando la silla que se encontraba a mi costado. Miré al cielo y fue
todo tan hermoso. Fue como si la luna quisiera presenciar ese momento, se hizo
presente. Las nubes dieron paso a la luna para que su luz nos ilumine.
Durante media hora nos mantuvimos
conversando y sonriendo sonrojados como idiotas. Nos amábamos, eso era todo.
Nos sirvieron la exquisita cena que él había ordenado especialmente para éste
momento. Nos sirvieron champagne y no me di cuenta sino hasta haberlo bebido
por completo, que en el fondo de la copa había un hermoso anillo. Lo miré sorprendida y él me miró con
una amplia sonrisa. Me pidió que le pasara la copa y lo hice, sacó el anillo,
lo mojó con agua y luego lo secó para que no se quede pegajoso. Me reí por ese
hecho. Creo que fue algo estúpido haberlo metido en una copa de champagne, pero
ambos éramos estúpidos y nos amábamos por ese hecho.
Se puso de pie y se acercó hasta mi
asiento. Me pidió mi mano y se la tendí. Esto fue patético pero hermoso. No
pude con mi vida cuando las únicas palabras que, durante tres años quise
escuchar, fueron pronunciadas por sus labios.
—¿Me harías el honor de ser mi esposa?
—Había preguntado tiernamente.
Me sentí la mujer más feliz del mundo en
ese entonces. Él siempre había estado a mi lado, a partir del día en el que me
pidió que seamos novios. Después de tres años, de aquel entonces, por fin me
había pedido matrimonio.
Meses después, preparativos iban,
preparativos venían. A veces me quejaba de que todo era tan estresante, pero
era feliz. Iba a cumplir mi sueño de vestirme de blanco, estar frente a un
altar con la persona que más amaba y más me amó en éste mundo. Pero todo eso
fue arruinado en un abrir y cerrar de ojos.
Ahora él ya no se encuentra a mi lado. Se
encuentra a metros bajo la tierra, con flores sobre su tumba. ¿En qué momento
dejé que pasara esto? Él y yo teníamos que volvernos viejos juntos. La muerte
tenía que llevarnos a ambos de una vez. Yo tenía que vestirme de blanco, no de
negro. Ahora me pregunto si la vida es justa de verdad.
Susurró Cadiie~ 0 comentarios