Buscando respuestas...

¿Cómo se puede querer a una persona que simplemente no te conoce? ¿Cómo se puede querer a un chico que no tiene ni la más mínima idea de tu existencia?
Son buenas preguntas, pero existen más cuestiones.
¿Cómo evitar soñar con ellos? ¿Cómo evitar los sentimientos? ¿Cómo dejar de sentir cosas por ellos? ¿Cómo evitar que se te acelere el corazón al verlo en algún momento? ¿Cómo evitar escribir cuando piensas en él? ¿Cómo evitar imaginar escenas de abrazos, caricias u otras demostraciones de afecto cuando de verdad sentimos cosas en todas partes del cuerpo? ¿Cómo detener a una mano que sin respiro fundamenta ideas locas, sentimientos únicos y expresa cosas que él nunca entenderá? ¿Cómo...?

Monsoon.

¿Cómo una simple música de cuatro minutos de duración con letras de amor como la mayoría, puede hacerte sentir tan mal? Una palabra conformada por siete letras. Una vocal y tres consonantes que te hacen sentir de una forma única. Su nombre está compuesto de amor, quizás demasiado amor como para arrancarte una maldita lágrima de lo más profundo de tu ser.

En el piso las lágrimas aún permanecen, no se han ido. Tal vez para esperar a otras que quieren escapar, o quizás simplemente aún no se han evaporado.
Oír tu voz, sentir el sonido, escucharte con el alma, eso es lo que hago. De seguro esa es la razón por la cual se siente una profunda tristeza en lo más recóndito del corazón cada vez que lo escucho.

¿De dónde sacas la inspiración? Pues yo lo hago de ti, porque a causa tuya ahora soy la persona que indirectamente recomiendas o quieres que intentemos ser.
De todas formas gracias. Porque hay huellas que jamás se borrarán y hay cosas que de una u otra forma... pasarán.


xCadiie

¿Qué es la muerte?

¿Qué es la muerte en verdad? Si alguna vez experimentaste la muerte de alguien, sabrás lo doloroso que es.
Pero... ¿por qué muere la gente? Jóvenes con una vida por delante, adultos con la esperanza de ver crecer a sus hijos, de ver a sus nietos llegar al mundo.

La muerte te arrebata a las personas que amas. Arrebata ilusiones, momentos, recuerdos, alegrías, amor. Te deja sin nada, completamente vacío. Quizás trates de cubrir ese hueco, pero es muy difícil hacerlo, porque nunca será lo mismo.

Tal vez se justifique la muerte de los ancianos, los mayores, quienes cumplieron con su destino. Pero almas inocentes, llenas de vida. Eso no se justifica.

xCadiie

El valor de las personas.

Se dice que las personas están para quererlas y las cosas para utilizarlas. Pero hay momentos en los que, las cosas, siendo inanimadas, te brindan más cariño que una persona.
Tal vez el mundo esté cada vez peor por ello, pero tendríamos que analizar la vida de cada persona, para saber cuál es la razón del porqué sucede ésto.


Por lo general algunas personas se sienten solas, abandonadas y cuando conocen a alguien que es capaz de brindarles cariño no saben cómo recibirlo porque no están acostumbrados.
Hay que concientizar a las personas de que todos merecemos ser queridos. Todos merecemos querer a alguien. Solamente tenemos que aprender cómo, para no echarlo a perder.




xCadiie

Objetivos, futuro y más.

A veces tenemos que entender que en la vida no siempre conseguiremos lo que queremos. Tenemos que estar conscientes de que todo tiene un límite y cuando sobre pasamos ese límite, todo lo que en algún momento construimos para llegar al objetivo se derrumba; convirtiéndolo en solamente... escombros que tenemos que limpiar para volver a construir.


Muchas personas se dedican años y años a construir un futuro aceptable, pero no piensan en que si se hubieran dedicado un poco más podrían haber construido algo magníficamente increíble. Se estancan en cosas que no les servirán de nada y desperdician la vida que podrían disfrutar.


Recordemos que la vida es corta y si no aprendemos a disfrutarla, será un desperdicio.


Linda semana a todos.
xCadiie.

Distrito 2

Profesionales. Pues si, a eso nos dedicamos. Toda una vida de entrenamientos para ofrecernos de tributo y participar en Los Juegos Del Hambre. ¿Qué son Los Juegos Del Hambre? Larga historia que ahora no estoy con planes de contar, pero en resumen eligen a un chico y a una chica de cada distrito de Panem para participar, el ganador es quien de alguna u otra manera terminó acabando con los demás. En síntesis, para ganar, debe correr sangre. Mucha sangre.

—¡Felices Juegos del Hambre!  —Escuché atrás de mí.
—¡Y que la suerte esté siempre de su parte! —Respondí con una sonrisa tímida.

            Se sentó a mi lado y me sonrió, un largo silencio nos envolvió mientras yo seguía pensando en todo lo que sucedería.

—Mañana es el gran día —Dijo por fin.
—Sí, lo sé. Estoy nerviosa.
—Espero que salga mi nombre.
—No, no saldrá.
—Escuché rumores de que Clove quiere ofrecerse de tributo.
—Que lo haga, esa chica engreída me tiene sin cuidado.

           Guardó silencio de nuevo mientras que yo lo único que esperaba era que ni él ni yo salgamos elegidos. Para muchas familias es un orgullo que sus hijos sean elegidos porque tienen fe de que serán los ganadores, pero muchas otras familias, mucho más conscientes del peligro, temen por sus hijos.

            Noté cuando se inclinó un poco para sacar algo del bolsillo de su pantalón, era algo así como una cajita pero no logré distinguirlo bien ya que su mano la cubría.

—Cierra los ojos.
—¿Qué es eso?
—Solo cierra los ojos. Por favor —Pidió tiernamente.

            Cerré los ojos y sentí cuando me puso algo en el cuello, abrí los ojos al instante y vi que el dije era una estrella de plata, era demasiado, yo no podía aceptar esto.

—Quiero que te lo quedes, era de mi hermana.

            Su hermana Arizona, tenía solamente trece años cuando su nombre salió sorteado hace unos años atrás y tuvo que ir a la arena. Ella se sentía feliz y orgullosa de que a su edad salga sorteada, Cato quiso ofrecerse de tributo, pero su madre no lo dejó. Ella también se sentía orgullosa de que su hija haya sigo escogida. Después de unos días murió a manos de una chica del distrito 10. Nadie pudo creerlo.

—Esto es demasiado, no puedo aceptarlo.
—Claro que puedes. Se lo regalé yo en su cumpleaños número trece pero cuando salió elegida me pidió que me lo quedara y que se lo regalara a alguien especial para mí.

            Lo miré a los ojos y luego le sonreí, me consideraba alguien especial y eso me hacía feliz, le di un abrazo.

—Gracias por aceptarlo. Me hubiera sentido muy mal si lo rechazabas.
—La verdad no me lo sacaré más.
—Eso espero —Me dio un beso en la mejilla.
—¿Puedo pedirte un favor?
—Claro.
—No te ofrezcas de tributo mañana. Por favor —le rogué.

            Simplemente giró el rostro y dio un largo suspiro. Me sentí algo mal porque no quería perderlo, preferiría que se quedara mil veces en el distrito a trabajar que vaya a sufrir en la arena, no, no, no. No lo soportaría.

—Tampoco hables con la chica engreída —le pedí. Porque ella sabría cómo convencerlo de que lo haga.
—¿Recuerdas que las demás personas también me dicen engreído a mi?
—Es porque no te conocen, nadie te conoce mejor que yo. Ni siquiera tus padres, eso puedo asegurarlo. —Volvió a mirarme y me gané otro abrazo antes de que se levantara del césped.
—Debo irme, me estarán esperando en casa para cenar antes del gran día.
—Gracias por venir a hacerme compañía.
—Recuerda que también te recibiré en casa cuando quieras.

            Me levante del césped y lo acompañé hasta la puerta, le di otro abrazo y un beso en la mejilla antes de que se alejara de mi. Nos conocíamos hace unos cuatro años y medio y nunca había sentido por nadie lo durante toda mi vida sentí por él, incluso antes de que empezáramos a hablarnos.


            Al día siguiente me preparé para ir a la cosecha, emocionalmente no me sentía bien ya que tenía un mal presentimiento. Después de la identificación pasé a formar parte de la gran masa de chicas que se centraba en el lado izquierdo de la plaza, mientras que los chicos estaban del otro lado. Después de unos minutos subió al escenario una mujer a presentar un video del Capitolio y seguidamente a extraer los nombres de los tributos de este año. El nerviosismo aumentaba, sacó el papel que contenía el nombre de la Tributo y se acercó de nuevo al micrófono.

            Sin rodeos dijo un nombre. No era yo, pero era Clove. Giré la cabeza buscándola, y al encontrarla vi como una sonrisa triunfal surcaba su rostro, escuché aplausos, gritos de apoyo y aliento de parte de su familia cuando subió al escenario. Busqué a Cato con la vista y al encontrarlo me di cuenta de que no tenía expresión en el rostro, estaba totalmente en blanco. Ni un gesto, ni un mínimo atisbo de sonrisa o rabia o enojo, simplemente inexpresivo. Quería llamar su atención pero no sabía cómo, si hacía algo no solo él me miraría, si no que todo el Distrito 2 me vería.

            Volví a fijar mi vista al frente y vi cuando la mujer se dirigía hacia la urna redonda que contenía los nombres de los chicos, metió la mano hasta el fondo y revolvió un poco los papeles, sacó uno y caminó hasta el micrófono para dictaminar la sentencia de una persona. Alisó el papel y cerré los ojos, malas noticias. Era Cato.

            Giré mi cabeza directamente hacia su lugar y me di cuenta de que me estaba mirando con una expresión que nunca antes había llegado a ver en su rostro. Mentira. Una nube de recuerdos me trajo a la mente el día en que murió Arizona, la mirada, esos ojos, son los mismos ojos que veo ahora. Venganza.

            Rompió la conexión en la que me mantuvo durante varios segundos y salió del grupo, los Agentes de la Paz igual que a Clove lo escoltaron mientras caminaba hacia el escenario, yo simplemente quería salir corriendo y detenerlo, pero no podía.

            Después de que los presentaran a ambos como los tributos para los septuagésimo cuartos Juegos Del Hambre se los llevaron dentro del edificio de Justicia en donde podría ver por última vez, antes de ir al Capitolio, a familiares y/o amigos.

            Caminé a toda prisa antes de que las personas salieran del trance y empezaran a movilizarse para volver a sus casas, di la vuelta a la plaza y corrí hasta el edificio, llegando allí mentí a los agentes de la Paz diciéndole que yo era prima de Cato para que me dejaran ingresar, ya adentro subí al segundo piso en donde se encontraban los tributos. Vi a la familia de Clove sonrientes y a los padres de Cato algo serios, su madre me abrió los brazos y fui a abrazarla. Ella siempre fue muy amable conmigo y siempre me dijo que ella prefería que Cato este conmigo en mi casa a que vaya a entrenar para tributo.
           
—¿Cómo te sientes? —Me preguntó.
—Mal, demasiado mal —Respondí escondiendo mi rostro en su pecho.
—Si quieres puedes ir primero.
—No, no se preocupe señora, ustedes son mucho más importantes que yo en este momento.

            Un agente de la paz abrió la puerta de la sala donde se encontraba Cato e hizo ingresar a sus padres mientras que yo tendría que esperar a que ellos terminen de hablar para que pudiera ingresar. Me senté en un sofá que estaba allí, de frente a los padres de Clove que decidieron esperar a que entraran otras personas para luego ingresar ellos.

Después de varios minutos, que parecieron horas, salieron de la sala, su madre tenía un semblante de resignación, sus ojos estaban rojos e hinchados, mientras que su padre estaba pálido como un papel.

—Puedes ingresar —Me sonrió el padre de Cato.

Me levanté del sofá y por un momento dudé en entrar. ¿Y si no quería verme? ¿Y si solo estaba esperando el momento de marcharse rumbo al Capitolio? Tomé el pomo de la puerta y antes de ingresar sentí una mano en mi hombro, me giré y vi a un agente de la Paz.

—Tienes cinco minutos —Dijo antes de abrirme la puerta.

Ingresé y me encontré a Cato de espaldas mirando por la ventana. Dio media vuelta y me sonrió con sinceridad.

—La verdad no esperaba que vinieras a despedirte de mí.
—Estás bromeando.

            Me acerqué y le di un fuerte abrazo, un abrazo que recordaría por toda la vida, el inicio y el final de algo nuevo, no bueno, solo nuevo.

—Tengo que decirte algo antes de que te vayas —Le solté.
—Yo también.           

            Nos separamos y nos miramos a los ojos, para mí fue un momento demasiado incómodo porque nunca estuve así, entre sus brazos mirándolo a los ojos; pero se sentía bien.

—Nunca hicimos esto —Dije intentando separarme de él.
—No —dijo sosteniéndome—, no quiero que te alejes de mi.
—Cato… mira, esto es muy difícil para mí.
—¿Nunca te diste cuenta que siempre me gustaste?

            Quedé petrificada en ese mismo momento, no sabía si era real lo que estaba sucediendo, pero para mí era la única justificación que le encontraba a su manera de actuar cuando estábamos juntos.

—La verdad no —le respondí desviando la mirada.         Me tomó de la barbilla con suavidad y me hizo mirarlo a los ojos.
—Gracias por estar a mi lado siempre, no tengo palabras para agradecerte. Y es cierto, tú me conoces mejor de lo que me conocen mis padres.

Me abrazó de nuevo y cuando nos separamos se acercó a mi rostro dudando de lo que haría, me miró a los ojos y luego yo me acerqué más a él para hacer lo que toda mi vida había deseado. Me besó dulce y lentamente, con amor. Fue simplemente mágico. Después de varios segundos nos separamos y me miró con una tristeza indescriptible en los ojos.

—¿Tuvimos que llegar a este punto para decirlo? —me preguntó. Me hizo sentir bastante mal, me aferré a él y empecé a llorar.
—Gana —sollocé—, por mí. Confío en ti. Por favor… no me importa a quienes tengas que matar, hazlo por mí, por tu familia y por Arizona. —Todo era tan duro a estas alturas.
—Haré lo que sea, solo quiero que sepas que tú eres la única que realmente me conoce. Todo lo que haga o deje de hacer, mi forma de ser y de actuar será pensando solamente en ti.

            Escuchamos unos pasos acercándose a la puerta y lo besé por última vez, le susurré un “Te amo” y uno de los Agentes de Paz ingresó con paso firme estirándome de mi brazo diciendo “Se acabó el tiempo”.

            Desde ese día no sabía qué hacer, siempre estaba atenta a las noticias relacionadas con él, pero ya no era el Cato al que yo conocí. Era un chico egoísta, egocéntrico, duro, malvado, pareciere que no tenía sentimientos. Su rudeza me llevó a dudar de su promesa, pero él nunca me había defraudado, nunca me había mentido y siempre cumplía con lo que prometía.

            Los juegos empezaron con una matanza atroz, no veía rastros de piedad en los ojos de Cato al asesinar a las personas, eso me demostraba que cumpliría su promesa, que tanto a mí como a él no le importaba la sangre que corría con tal de volver a casa triunfando.

            Los días pasaban y cada vez sobraban menos, muchos tributos ya habían muerto y no me importaba, mi madre y la madre de Cato decían que repentinamente me volví como el Cato al que vemos a diario en la pantalla, sin sentimientos ni preocupaciones. Tampoco me importaba lo que piensen los demás en este momento, yo solo esperaba que Cato ganara y volviera a casa. Todo lo que me sucedía ahora era en torno a él.

            Uno de los organizadores de los juegos anunció que hay una nueva regla: según la nueva regla, los dos tributos del mismo distrito se declaran vencedores si son los últimos supervivientes. Esto me sacó del trance en el que estuve durante estos días. Una posibilidad más de ganar, lo haría con Clove pero no me importaba, estamos cada vez más cerca de volver a vernos cara a cara.

            Pasaron unos días más y no sucedía nada, los organizadores tuvieron la brillante idea de preparar un “banquete”, generalmente utilizado para que los tributos se encuentren y se maten uno entre otros. Pero este banquete era especial, pusieron en una mochila elementos o cosas que los tributos de cada distrito necesitaban, para que vayan por él sin pensarlo dos veces. Entre Cato y Clove decidieron que iría Clove, mientras que él le guardaría las espaldas, gran error, Clove se encontró con la chica del distrito doce, la que supuestamente está perdidamente enamorada de su compañero tributo. Esa chica tenía una valentía increíble, al inicio fue su hermana la que salió sorteada, pero ella se presentó voluntaria.

            Cuando Clove intentó matar a la chica del distrito doce apareció el chico del distrito once, estaba totalmente fuera de si ya que escuchó cuando Clove mencionó la muerte de la niñita del distrito once. Fue ahí cuando la mató. Clove murió y las posibilidades de que Cato vuelva eran las mismas que en un principio.

            La única pareja que sobraba era la del distrito doce. No ganarían ni en un millón de años, Cato tenía más posibilidades, pero aún sobraban ellos, la chica pelirroja a la que llamaban “la comadreja” y el chico del distrito once. Era aterrador saber que tendría que matar a cuatro personas más aún, para poder proclamarse ganador.

            Al día siguiente Cato mató al chico del distrito once y Peeta, el chico del distrito doce mató a la comadreja indirecta, pero literalmente. Se nota que la pelirroja no era tan inteligente como se pensaba ya que comió unas bayas que Peeta estaba recolectando y la mataron al instante.

            Todo lo que pasó después fue como si estuvieran adelantando una película de terror, unos enormes mutos perseguían a Cato. Lo llevaron hasta la cornucopia en donde se encontró con los “amantes trágicos”, menuda estupidez, los tres treparon a la cornucopia, y mientras Peeta subía uno de los mutos le desgarra una pierna a punto de matarlo, pero por desgracia la idiota de su novia lo rescata, Cato se ve mal, muy mal, demasiado mal. Lágrimas corrían por mi mejilla al ver su estado, necesitaba ir hasta allá y decirle que todo estará bien.

            En un descuido de Peeta, Cato lo agarra con una llave, el chico estaba tan desesperado por su enorme herida que no sabía si intentar desbloquear la llave de Cato para poder respirar o intentar que su herida deje de sangrar. Katniss tenía preparada una flecha para matarlo, pero olvidaba a su amigo.

—Dispárame y él se cae conmigo. —Le dijo Cato.

            Un instante después Peeta dibuja una x en el brazo de Cato y Katniss le dispara una flecha, grité como nunca antes había gritado, mi madre me tenía por los hombros, Cato estaba a punto de morir y si él moría yo no sé qué haría. Cayó por el borde de la cornucopia y los mutos empezaron a jugar con él como si tuvieran juguete nuevo, esto… era su fin definitivamente. Katniss y Peeta solo esperaban que los mutos lo mataran pero no lo hacían, el cañonazo que anunciaba la muerte de un tributo aún me dejaba con la esperanza de que Cato se salvara ya que no sonaba. Pero Katniss me robó esa esperanza cuando utilizó su última flecha para matar de una vez por todo a Cato.

            El cañonazo se hizo escuchar y al instante rompí en llanto, me sentí mal, lloraba desesperadamente y mi madre no sabía cómo controlarme…



            Estaba harta de escuchar el nombre de Katniss Everdeen y Peeta Mellark en todas partes, realmente harta. Durante todo el año era de lo único que hablaban, yo los odiaba, los odiaba y quería matarlos porque me arrebataron a la única persona que me conocía tanto como yo lo conocía a él.

—¡Clara! —se sorprendió mi madre al encontrarme en la cocina —¿Preparada para la cosecha? —preguntó luego de beber un sorbo de su té.  —Ponte algo lindo.
—No me importa ir vestida con unas prendas rotas, total, ya sé lo que me espera.
—No serás elegida, si es eso lo que te preocupa.
—Lo sé —respondí secamente, no me importaba hacer más conversación.

            Me levanté de la mesa en donde desayunaba y me dirigí al cuarto que compartía con mi madre. Busqué las últimas prendas que me había comprado y me cambié de ropa, hice un rodete de mi cabello y saqué a relucir la cadena que Cato me había regalado. Nunca me la saqué, siempre estaba brillando en mi cuello y era lo único que me hacía sentir bien.

            Salí a la calle sin decir nada a nadie y me dirigí a la plaza, durante todo el año me dediqué a entrenar más de lo debido, estaba realmente cansada de seguir aquí, este año asesinaría a los tributos del distrito doce como venganza de lo que Katniss y Peeta hicieron con Cato.

            Ya dentro de todo el bullicio esperaba que la presentadora se acerque a la urna que contenía los nombres de las mujeres y saque un nombre pero eso no llegó a pasar si no hasta media hora después, cuando anunció un nombre. Una tal Isabelle era la afortunada que salió sorteada este año, pero yo la dejaría vivir un poco más. Salí con tranquilidad de la fila en donde me mantenía quieta y me dirigí al escenario…

—Me presento como tributo —anuncié.

            Y generalmente este es uno de esos momentos en los que te preguntas ¿Por qué suceden las cosas? ¿Por qué conoces a personas que terminarás perdiendo de una u otra forma? ¿Para qué vivimos? Ya nada importaba, lo único que en algún momento de la vida significó algo para mí ya no estaba aquí y estaba dispuesta a pasar lo mismo que él para estar juntos de nuevo.


FIN

No te alejes nunca...

Lo vi entrar por la puerta con una sonrisa pícara en el rostro, nada fuera de lo común en él.
—Hola —Dijo sin quitarme la vista de encima.
            Lo saludé con un beso en la mejilla y me picó un poco el rostro.
—No te afeitaste —Le recriminé.
—No —Sonrió. —Lo siento.
Lo llevé a la habitación de papá y mientras nos adentrábamos lo metí al baño, le puse crema de afeitar y con la rasuradora lentamente empecé a quitársela. El reía y eso me encantaba de él.
En un descuido le corté el mentón,  le enjuagué el rostro después de terminar, pero seguía sangrando. No me pude contener y le besé en esa parte donde sangraba, por un segundo paró, pero la sangre volvió.
—Lo siento —Dije tímidamente ante su reacción cuando el se miró al espejo y lo vio.
Le giré de nuevo el rostro hacia mí y volví a besarlo en esa zona, luego él delicadamente me alzó en mentón a mí y me besó en los labios. No me dejaba separarme pero tampoco yo lo quería. Rodeé mis manos húmedas en su cuello al igual que él me rodeo con sus brazos por la cintura. Era tierno, y eso me encantaba de él, nunca me dejó sola cuando más lo necesitaba y lo quería por eso.
—¿Nunca te dije que te amo? —Pregunté apenas separándome de él.
—Creo que no —Me respondió algo pensativo.
—Pues bueno, te amo y no quiero que te alejes de mi nunca.
—Nunca —volvió a sonreír pícaramente.
—Nunca
—Nunca —Repitió mientras nos fundíamos en otro beso.


 
Plantilla de Bika Thraumer