David había entrado en
un estado de shock tras el segundo disparo con el que Charlie perdió la
consciencia. El pequeño se aferró a Jack pero este no sabía qué hacer con el
niño. Llamó a una ambulancia que, para su suerte, llegó al mismo tiempo que
llegaba el Dr. Maxwell en una camioneta blindada con dos de sus guardaespaldas,
no les había tomado tanto llegar luego del aviso de Jack.
Luke ordenó a este
último que subiera al vehículo con el niño y se lo llevara a Matt quien estaba
en su casa, pidió también que en el camino se comunique y le comente lo
sucedido sin omitir un solo detalle a James para que acuda al hospital lo más
rápido posible. Jack asintió frenéticamente y abordó el auto con David en sus
brazos; sabía que estaba en problemas con el prometido de Charlie.
Mientras los
paramédicos le daban los primeros auxilios a la chica para trasladarla al
centro asistencial Luke comenzó a realizar varias llamadas, primero a un doctor
amigo suyo advirtiéndole que estaba en camino y luego a Gabe quien se puso como
loca tras la noticia de que habían disparado a su hermana.
Los curiosos no
faltaron en el lugar, uno de los paramédicos que habían acudido pidió que se
retiraran mientras que los otros subían a Charlie a la ambulancia. El Dr.
Maxwell abordó también con ellos y se dirigieron rápidamente al hospital. Luke no podía creer que le hayan
hecho eso a Charlie cuando se encontraba acompañada de su sobrino. Trató de
razonar con la cabeza fría y volvió a hacer otra llamada, esta vez a uno de los
jefes de policía de la ciudad, quien en
ese momento se estaba trasladando hasta el edificio del centro comercial por el
incendio.
—¿Luke? —preguntó el
policía al atender el teléfono.
—Sí, Rodríguez, el
mismo. ¿Estás de camino al centro comercial incendiado? Tengo una hipótesis con
respecto al tema —hablaba rápido.
—Tranquilo, toma aire,
¿estás en una ambulancia? Escucho muy fuerte las sirenas —respondió el oficial
con un fuerte acento latino.
—Así es, estoy en una
emergencia; por eso… confírmamelo en cuanto tengas reporte de tus forenses
—pidió—. Creo que el fuego fue provocado —soltó.
—¿Provocado? ¿Pero
quién querría incendiar un centro comercial entero? —preguntó sorprendido.
—Alguien que quería
sacar a Charlotte DeHaan de ese lugar, mi secretaria, ¿la recuerdas? Estaba
haciendo compras con su sobrino y al huir del incendio recibió dos impactos de
bala. Uno de ellos en la clavícula a la altura del corazón, la estamos
trasladando al hospital en este momento —comentó—. Por favor infórmame de lo
que sepas ni bien termine el peritaje.
—¡Válgame Dios! Claro
que sí, cuenta con ello.
•••
Para cuando James
había llegado al hospital Charlie ya había sido ingresada al quirófano. Gabe,
Jack y el Dr. Maxwell estaban en la sala de espera, todos con expresiones preocupadas
en el rostro. Tal y como Luke le había ordenado, Jack llamó a James de camino a
la casa de Gabrielle (donde dejó a David a cargo de su padre) pero James no lo
dejó explicarse al momento en el que Jack comentó que Charlie había sido
víctima de dos disparos y que estaba siendo dirigida al hospital. Le había
cortado la llamada en la cara para llamar a Luke, como si este pudiera
solucionar todo lo sucedido.
El prometido de
Charlie fue directo a Jack cuando lo vio recostado por una de las blancas
paredes de la sala, con la cabeza gacha y jugueteando con los pies. A pasos
rápidos James se acercó y le dio un puñetazo en la mandíbula; lo había tomado
completamente desprevenido por lo que cayó al suelo sosteniendo su rostro como
si se le hubiera desencajado y mirando sorprendido a James. Éste último estaba
que lo llevaba el demonio.
—¡Tú tienes la culpa
de todo esto! ¡Eres un maldito inútil! —gritó James. Su voz resonó en todo el
piso. Gabe se acercó e intentó tomarlo de los brazos, lo estiró un poco hacia
atrás pero él se deshizo del agarre—. Si algo malo sucede con Charlotte allí
dentro, considérate muerto —sentenció antes de alejarse por el pasillo.
Luke no había movido
un solo dedo; así como podía ser el hombre más amoroso del mundo, James podía
ser también un ser despreciable. Y cumpliría su palabra: mataría a golpes, de
ser necesario, a Jack. Había recuperado a Charlie como por arte de magia; un
completo milagro fue el que la trajo de vuelta y volver a perderla no estaba en
sus planes.
El
tiempo transcurría demasiado lento; un suspiro duraba horas. Estaban muy
ansiosos.
Cerca
de las once y media de la noche un médico salió de la sala de cirugías buscando
a Luke, el cual al verlo se puso de pie de un brinco. No preguntó nada,
simplemente esperó a que el profesional informe sobre el estado de la chica.
—Ha
sido muy difícil —comentó el médico limpiándose el sudor de la frente con un
pañuelo de tela—. Cinco centímetros más abajo y le daban al corazón, perdió
bastante sangre además pero para fortuna de todos logramos estabilizarla. Fue
un milagro que no se le haya detenido el corazón, es una persona luchadora.
—Gabe ahogó un grito. Jack estaba bastante serio, enojado consigo mismo por no
haberse percatado de que los habían seguido, por haber bajado la guardia y
considerar que Charlie se encontraría bien cuando las sirenas sonaron en el
centro comercial. Luke estaba impertérrito, escuchaba atentamente cada palabra
que pronunciaba el médico—. Ahora mismo Charlotte está siendo trasladada al departamento
de terapia intensiva, la cirugía fue bastante riesgosa pero terminó bien;
esperemos que su evolución sea favorable.
—¿Podemos
verla? —Soltó Gabe en un arrebato de nervios.
El
médico miró a Gabrielle muy serio.
—No,
las visitas están terminantemente prohibidas hasta que tengamos un diagnóstico general,
no queremos perturbarla cuando despierte. Recién dentro de veinticuatro horas podré
dar un informe completo sobre su estado. Mientras tanto pueden ir a descansar que ella sigue
con los efectos de la anestesia por lo que no recuperará aún la consciencia
—fue todo lo que dijo.
James
apareció en ese momento y agradeció al Doctor antes de que este se retirara de
la sala.
—Pueden
irse todos, yo me quedaré aquí —anunció.
Gabe
estaba bastante molesta, pero necesitaba ir a su casa a ver a David por lo que
tomó sus cosas, dio un fuerte abrazo a James y se retiró. Tras oponer bastante
resistencia Jack terminó siendo despachado por Luke, quien necesitaba hablar
con James de una vez por todas. Antes de que el guardaespaldas se retirara el
Dr. Maxwell lo tomó por el brazo y agregó que haría lo imposible por darle otra
oportunidad una vez que Charlie se recupere de aquel lío.
Era
bien sabido que lo ocurrido no fue una mera casualidad, la teoría de Luke no
era para nada descabellada considerando que meses atrás casi morían
acribillados. Luke Maxwell tenía bastante claro que ese evento cambió para siempre
sus vidas, por lo que se llevó a James a la cafetería, donde solicitó dos cafés
para poder abordar la conversación durante el tiempo que sea necesario.
Necesitaba exponer ante él el panorama que tenían frente a ellos; tras aquel
intento de asesinato todo había cambiado, pero ninguno de esos cambios habían
sido para bien.
•••
Los miércoles de cada
semana Charlie tenía permitido ir a la casa de una compañera para jugar luego
de las clases hasta entrada la noche. Eran las ocho aproximadamente, con su lonchera
en mano y su mochila en la espalda aquel día caminaba rumbo a casa de su abuela
tranquilamente. Por lo general Gabrielle era la que iba a buscarla, pero ese
día no lo hizo porque tenía clases particulares. Una Charlie de doce años sin
rastro de corrupción estaba yendo directo al lugar donde la vida la marcaría.
Un hombre alto de
cuarenta años más o menos, rubio de buen porte, vestido con traje se acercó a
ella en el callejón por el cual andaba. La invitó a tomar un helado a lo que
ella se negó sin detener el paso. Su abuela le había advertido siempre que no
hablara con extraños, que no aceptara nada de ellos, que corriera si no la
dejaban en paz, por lo que fue exactamente eso lo que hizo luego de tanta
insistencia por parte del hombre. Pero era una niña y sus piernas eran cortas,
no era para nada rápida en comparación con aquel adulto que con tres grandes
pasos la alcanzó, alzó por los aires y la llevó a un matorral que se encontraba
a varias cuadras de la casa de la niña, ésta gritó a todo pulmón en todo
momento pero no hubo respuesta.
La tiró entre el
hierbajo y comenzó a quitarse la ropa, Charlie se cubría los ojos con las manos
mientras gritaba y lloraba pero aquella zona estaba desierta. Desnudo de
cintura para abajo el hombre acercó su
parte íntima al rostro de la niña, le quitó las manos de la cara y la obligó a
sacarse la pollera que traía puesta, cuando estaba a punto de penetrarla
milagrosamente apareció un grupo de tres hombres que volvían a casa de sus
labores.
—¡Oye! —gritó uno de
ellos.
Charlie gritó muy
fuerte pidiendo auxilio y sus salvadores se adentraron al matorral en busca de
ella. Tenía los ojos cerrados pero sintió que uno de ellos la volvía a vestir y
la alzaba en sus brazos sacándola del lugar.
—Tranquila, Charlie
—le dijo el hombre que la había rescatado.
Ella abrió los ojos y
se encontró con uno de los amigos de su abuela, el señor Norman. Vivía a dos
casas de la suya y era un hombre bastante amoroso, tenía tres hijas, todas eran
hermosas y amables chicas quienes habían sido excelentemente criadas solo por
él. La menor, Mary, tenía la edad de Charlie y era con quien mejor se llevaba,
siempre jugaba con ella.
El señor Norman la
llevó al hospital para hacerle unos análisis que corrieron por su cuenta, la
abuela de Charlie llegó media hora después y llorando agradeció por haberla
rescatado.
Charlie no recordaba
el rostro del hombre que había intentado abusar de ella, pero sí recordaba
perfectamente el toque que tuvo con ella por lo que cuando volvió a sentir algo
parecido en su muñeca en ese momento reaccionó violentamente.
Al abrir los ojos se
encontró con una enfermera bastante sobresaltada, estática a dos pasos de ella,
agarrándose el brazo derecho. Charlie soltó un suspiro y se dio cuenta de que
había estado soñando con aquel horroroso momento. No quiso decir nada, no
quería disculparse por haber asustado a la enfermera que parecía en realidad
más una interna en práctica, pero ella no tenía la culpa. Le había dado un
fuerte golpe en el antebrazo sin pensarlo dos veces en medio del sueño.
—Lo siento —murmuró
antes de que aquella chica saliera a pasos apresurados por la puerta. Trató de
calmarse pero no lo logró.
A los pocos minutos un
médico entró a la habitación y al verla sentada se alarmó.
—Recuéstate, por
favor.
El doctor se acercó a
la cama y le acomodó las almohadas, Charlie se recostó, cerró los ojos por un
momento e inspiró fuertemente. Respiraba costosamente, le dolía el pecho y al
sentir la opresión recordó todo lo que había sucedido el día anterior. Abrió
los ojos e intentó sentarse de nuevo en la cama con ímpetu.
—Antes de que hagas
preguntas, déjame que yo hable —dijo el doctor, sosteniéndola por los hombros
para que no se mueva—. Te contaré todo lo que sé, si tienes dudas después de
eso… lo siento. No dejaré que te alteres exponiéndolas; no quiero correr
riesgos, tu estado de salud es muy delicado y necesitas tranquilidad. Quiero
que sepas, primeramente, que todo está bien. Todos —aclaró e hizo énfasis—
están bien así que a medida que te cuente las cosas recuérdalo —Charlie asintió
con la cabeza—. Bien, pues para iniciar mí nombre es Martin y soy tu médico de
cabecera.
El Dr. Martin le
extendió la mano a Charlie quien sin decir nada se la estrechó, mirándolo
atentamente. Comenzó explicándole lo que había sucedido luego de que ella
perdiera la consciencia. Principalmente le dio a entender que David estaba sano
y salvo, James estaba furioso con todos, el Dr. Maxwell había mantenido la
calma (y había sido quien lo llamó para que se hiciera cargo de ella) y que
Gabe estaba que se comía los dedos de los nervios. Charlie sonrió ante lo
último.
—Tu familia está bien
—le sonrió—. Siguen algo alterados por el nuevo ataque en sí. Pero tranquila, tú
necesitas descansar ahora y recuperarte, ¿quieres algún calmante para volver a dormir?
—Charlie negó con la cabeza—. ¿Quieres quedarte despierta? —Volvió a negar con
la cabeza—. ¿Podrás dormir por tu cuenta?
Asintió con un ligero
bostezo, el susto del sueño la había acelerado pero tras escuchar que todo iba
bien estaba más calmada. Agradeció por la atención y giró la cabeza. Volvió a
cerrar los ojos y para fortuna suya se quedó dormida rápidamente.
Al volver a despertar
se dio cuenta de que era de noche. Se sentía con energías renovadas y
hambrienta. Presionó el botón de llamado y al momento en el que estaba
bostezando ingresó Martin a la habitación.
—Buenas noches —le
sonrió.
En ese momento Charlie
se fijó mejor en él. Era un hombre alto en sus cuarenta y tantos, pelo negro,
barba incipiente, ojos extrañamente miel («Qué
combinación más rara» pensó) y tez increíblemente blanca. Su sonrisa era
brillante. La camiseta gris de cuello alto que llevaba debajo de la chaqueta de
médico le quedaba hermosa, traía un pantalón negro y unos deportivos también
negros. Tal vez tendría la altura de Matt, o quizá fuera un poco más alto.
—Hola —dijo por fin
ella.
—¿Tienes hambre?
—preguntó el Dr. Martin.
—Muero de hambre
—respondió despacio.
—A pesar de que la
hora de la cena ya pasó, le diré a Michelle que te traiga algo de comer, pero
por favor… —hizo una pausa y la miró seriamente— no la vuelvas a asustar dando
manotazos, está en sus últimos días de
internado y eres la primera paciente que al despertar de una cirugía le da un
buen susto.
Charlie cerró los ojos
con presión y volvió a abrirlos. Lo miró con mala cara y aseguró que solo había
reaccionado a un mal sueño que tuvo. El otro asintió antes de salir de la
habitación pero Charlie escuchó cómo se alejaba riendo por el pasillo, tuvo la
impresión de que el médico no había creído su historia.
Al ingresar Michelle
lo hizo con precaución, llevaba una bandeja de acero inoxidable que dejó sobre
la mesa preparada para los pacientes y acercó esta a la cama, acomodó a Charlie
para que su cama tenga un ángulo de 90º y pueda comer sin esfuerzo. La miró con
recelo y le acercó los cubiertos.
—Perdón por lo de la
mañana —le dijo Charlie mirándola comprensivamente—. Tuve una pesadilla y
reaccioné pensando que lo estaba reviviendo. Lo siento.
La chica, Michelle,
simplemente asintió con la cabeza y salió de nuevo de la habitación.
Charlie se fijó en la
bandeja y se encontró con arroz blanco, huevo duro y trozos pequeños de pollo
hervido en el plato. Era más de lo que esperaba para estar recién operada por
lo que se lo tomó con calma y comió todo lentamente. De bebida tenía un vaso de
agua y el postre era gelatina, típico, pero también se lo comió. Supuso que
estaría más tiempo hospitalizada de lo que estuvo la primera vez, luego del
tiroteo, así que solo pidió un poco de entretenimiento para los días venideros.
•••
Dos semanas más tarde,
en la habitación de hospital de Charlie, James se estaba desternillando de risa
en el momento en que Jack entró. La atmósfera de diversión había sido
interrumpida.
Charlie le había
pedido que le comprara algunos dulces ya que moría de ganas por comer
chocolates y caramelos por lo que ni bien obtuvo la aprobación del Dr. Martin
lo primero que hizo fue ordenar a Jack para que vaya a comprárselo.
—¡Te adoro! —exclamó
Charlie tomando la bolsa de las manos del guardaespaldas. Éste sonrió tímidamente
antes de salir de la habitación de nuevo sin mirar a nadie más.
Matt se dio cuenta del
cambio de humor repentino de su concuñado luego de que los interrumpieran, la
conversación se había enfocado en él ya que les estaba contando sobre la
bochornosa primera reunión que había tenido con el Dr. Maxwell.
Era su primera
entrevista de trabajo, no sabía de qué iba, a él le habían dicho simplemente
que se presentara por lo que de buenas a primeras, pensó que sería algo rápido
e informal. Fue vestido con jeans, botas, un polo bien abrigado (era enero) y
una cazadora. Ni siquiera se tomó la molestia de hacer un currículum, se
presentó sin más. James explotó en carcajadas cuando Matt comentó que al llegar
se encontró con, al menos, otras catorce personas. Todas ellas vestidas
formalmente, con maletines o mochilas de grandes marcas. Incluida la única
mujer que se presentó a la entrevista, todos iban vestidos de traje. A Matt se
le cayó el alma a los pies, desentonaba por completo en aquel lugar y fue
precisamente por eso que el Dr. Maxwell lo recibió último. No le había dado ni
media gota confianza al verlo, su primera impresión fue espantosa, pero al
conocerlo un poco en la entrevista lo contrató sin dudar. Sus asesores se
quedaron sorprendidos ante la decisión (según le habían comentado hubieron
mejores que él, pero al final él fue el seleccionado y hasta la actualidad
nadie supo el porqué), miraron con desdén a Matt, pero este no se hizo de
menos, al contrario el primer día de trabajo se presentó impecablemente lo que
puso de muy buen humor a Luke aquel día…
Pero el ambiente había
cambiado gracias esas dos palabras que salieron de la boca de Charlie para con
Jack. La historia de Matt quedó reducida a nada, la habían olvidado en dos
segundos. James se levantó del suelo en donde estaba sentado y salió de la
habitación también. Charlie no se había percatado de lo que había dicho por lo
que su risa se transformó rápidamente en una fina línea, su emoción pasó a un
desánimo total.
James se había vuelto
muy sensible con respecto a Jack. Luke le había exhortado a que le dieran una
segunda oportunidad ya que terminó salvando la vida de David quien aunque no
fuera un blanco específico, pudo haber sido un daño colateral. Y para
infortunio suyo, se llevaba a la perfección con su prometida: eso le ponía los
pelos de punta. No soportaba aquella
química que había entre ellos y ante cualquier muestra de afecto por parte de
ella hacia él, terminaba echando humo.
Charlie cerró los ojos
soltó un suspiro.
—Lo hice de nuevo,
¿verdad? —Inquirió dirigiéndose a Matt.
Éste último asintió
con la cabeza.
James no volvió a
aparecer el resto del día, Matt fue el encargado de hacer compañía a Charlie
hasta entrada la noche, cuando llegó Gabe con David para visitar brevemente a
su hermana. El niño se había vuelto temeroso, cada vez que veía a su tía tenía
miedo de que sucediera algo por lo que no quería pasar demasiado tiempo con
ella sin uno de sus padres al lado. Charlie intentó hablar con él varias veces
pero no daba resultado por lo que terminó rindiéndose. Cerca de las nueve le
llevaron la cena a Charlie por lo que Gabe, Matt y David se retiraron.
La enfermera dejó la
bandeja sobre la mesa hospitalaria que se encontraba a un lado de la puerta y
la empujó hacia la cama donde sonrió a Charlie. La ayudó a acomodarse y le
entregó los cubiertos que por alguna extraña regla del hospital nunca debían
acompañar directamente a los platos.
«—Una vez un enfermo
mental acuchilló a una doctora para escapar de su habitación, era del ala de Psiquiatría
—comentó un día Martin—. No me cabe en la cabeza cómo llevan un cuchillo a un
paciente mental, pero bueno… ahora utilizan utensilios descartables con ellos».
—¿Qué tal tu jornada,
Michelle? —preguntó Charlie a modo de saludo.
Tras varios días de
arduo trabajo por parte de Charlie la enfermera por fin había comenzado a
hablar con ella. Le costó lo suyo ya que el susto que le dio fue espantoso. Se
suponía que Charlie no iba a despertar sino hasta el mediodía de aquel día,
pero lo hizo temprano por la mañana, cuando Michelle fue a controlar su estado
y tomarle la presión.
Conversaron un poco
sobre lo hecho en el día, Michelle se sentó hacia los pies de Charlie mientras
esta se alimentaba y le comentó que había tenido la mañana libre. Rieron cuando
mencionó haber disfrutado un poco de la luz solar.
—Es bastante
fastidioso el horario de un hospital, pero es lo que me gusta hacer. ¿Qué tal el
tuyo, Charlie? Bueno, no creo que tan bueno siendo que te la pasas aquí
encerrada —parloteó. La chica no tenía filtros.
Charlie le comentó que
la habían visitado y que relativamente pasó un buen día, sin tener en cuenta el
pequeño problema con James. Pero Michelle lo mencionó, le comentó que estaba
sentado en el suelo del pasillo con los ojos perdidos en la nada y la cabeza en
un lugar muy lejos de la realidad.
Media hora después de
evadir preguntas sobre su relación Charlie despidió a Michelle con la mano
cuando se retiró de la habitación con la bandeja vacía. Se tomó las pastillas
recetadas para luego de la cena y se acomodó para dormir. No tenía sueño, pero
se sentía cansada de igual forma.
Le había costado algo
de trabajo quedarse dormida por lo que horas después, cuando unos tacones
ingresaron pisando fuerte y despertándola se molestó bastante. Generalmente Charlie
dormía con las luces tenuemente encendidas pero en ese momento estaba
totalmente oscuro, alguien las había apagado; así que no reconoció a la persona
que entró. Vio solamente una figura femenina de cabello corto, complexión algo
robusta de estatura media. No sabía quién era. La mujer se sentó en un sillón
que se encontraba en el rincón más oscuro de la habitación, se cruzó de piernas
y Charlie quedó expectante a ella.
—Con que de nuevo has
salido viva —habló por fin, luego de un largo rato de silencio—. ¿Sabes todo lo
que me está costado matarte? ¿Sabes todo lo que he invertido en el atentado
para que terminaran escondiéndose en España como si no me fuera a enterar?
—Espetó algo irritada. Tenía la voz grave y hablaba con fluidez, no tenía ningún
tipo acento—. Por ahora te dejaré en paz, pero cuando menos lo esperes…
conocerás a la muerte. Y me desharé de ti y de Matt. En un principio ustedes ni
siquiera estaban en los planes —comentó hablando como maestra parvularia—, todo
lo que quería era matar a Luke pero ustedes iban en el auto. Nunca va a las
reuniones del comité acompañado, ¿por qué lo hizo ese día? Si tan solo hubiera
ido por su cuenta no estarías aquí, no estarías teniendo los problemas que
tienes con James y David no te tendría miedo. Nada de eso —soltó un suspiro—.
Pero bueno, el trabajo no estará completo hasta deshacerme de los tres. No hay
motivo específico, no, no, no. Solo… una vez que inicio algo tengo que
finalizarlo salga bien o salga mal.
Charlie presionó el
botón con el que llamaba a Martin, pero nadie apareció.
—Lo desconecté,
querida. No te tomes la molestia porque nadie vendrá.
Se puso de pie sin
decir más nada y salió de la habitación.
El corazón le latía
violentamente a Charlie, estaba conmocionada ante todo lo que había escuchado.
No entendió mucho el balbuceo, pero lo que sí comprendió fue que aquella mujer
había perpetrado el ataque. Conocía a toda su familia y conocía a Luke,
inclusive sus movimientos. Nada de eso era una casualidad, era alguien del
entorno y Charlie ni siquiera tenía sospechas de quién podía ser.