Colateral. — Capítulo 6.

¿Privacidad? ¿Qué significaba esa palabra para los periodistas? De hecho ellos nunca supieron su significado, o, en caso de que lo conocieran, nunca les importó. La privacidad no vendía las revistas de farándula; por lo que era trabajo de ellos escarbar en las profundidades de los pecados ajenos para saciar la sed de chismorreo que poseía el pueblo sobre la clase media/alta. Cualquier palabra que pudiera hundir a otros bastaba para que las habladurías comenzaran y se expandieran como fuego en pólvora. ¿Tan aburrida era la vida del pueblo por ello siempre iban en busca de una nueva víctima?
Esa era una de las razones por las cuales Charlie nunca se había metido con los medios. Una sola palabra ubicada estratégicamente en medio de otras y su vida acabaría, la lectura entre líneas era fundamental para el espectáculo que querían fomentar. Su abuela siempre compraba revistas de chismes para entretenerse cuando estaba aburrida: se mofaba de la vida de unos, se entristecía con la vida de otros y se alegraba con cosas que ni siquiera eran de su incumbencia.
—Siempre supe que era una mala persona, me parece excelente que haya ido a la cárcel —escuchó una vez Charlie, cuando era pequeña.
—¿Conoces a ese señor? —Le preguntó ella, asomando la cabeza sobre la revista para saber de quién hablaba.
—Siempre sale aquí —alzó su abuela otro periódico.
—No puedes juzgarlo sin conocerlo a él ni sus razones —le había respondido Charlie antes de salir de la estancia en la que se encontraba.
No le había dado tiempo a su abuela de excusarse, de igual manera no le interesaba su excusa. Tenía doce años y solo quería jugar en ese momento.

Cinco filas con diez mesas en cada una se dispusieron para los periodistas que necesitaban registrar en sus laptops la conferencia, algunos tecleaban a toda velocidad cada una de las palabras que se iban pronunciando mientras que otros por su parte fueron con blocs, bolígrafos y radiograbadoras. Al menos cien periodistas de diferentes medios y ciudades se encontraban presentes en aquella sala.
Todo fue transcurriendo con absoluta normalidad durante los primeros treinta minutos; las preguntas se centraban mayormente en el Dr. Maxwell; Charlie y Matt poco y nada había pronunciado hasta que una periodista rubia, que se encontraba al fondo mismo de la sala, alzó la mano y pidió que ambos contaran su versión de la historia.
Charlie la miró fijamente a través de los lentes que tenía puesto y luego se fijó en Matt quien le negaba con la cabeza; no tenía la obligación de responder, pero ella respiró profundamente antes de preguntar qué era exactamente lo que quería saber aquella mujer.
—Simplemente tu versión de la historia; ¿qué sucedió contigo y con el señor Baggott luego de que los acribillaran a balazos? —Preguntó con auténtica curiosidad—. Hasta ahora sólo hemos escuchado lo que queríamos escuchar por parte del Dr. Maxwell, pero ¿qué hay de ustedes dos? ¿Son pareja, quizás familiares? ¿Qué clase de relación los une? —Sonrió provocativamente hacia Matt.
Por supuesto que nadie sabía nada de ellos; solo eran «la secretaria y el chofer» del Dr. Luke Maxwell. Todo el mundo los veía solo cuando Luke asistía a algún evento; eran unos completos desconocidos.
Charlie no necesitaba contar su vida a todas esas personas pero lo vio necesario porque de otra forma los hostigarían hasta en los lugares más inapropiados para extraerles información. Aquellas personas se convertían en unas sanguijuelas si no les dabas lo que querían.
—Somos familiares, sí —comenzó Charlie, sacándose los lentes—. Matthew Baggott es el esposo de mi hermana, nos conocemos hace bastante tiempo.
Aquella periodista rubia anotó algunas cosas en su bloc antes de volver a mirar a Charlie, quien esperaba a que la interrumpiera con algo más.
—Entonces… ¿tu versión de la historia? —Amagó una sonrisa.
—La verdad es que no difiere mucho de lo que el Dr. Maxwell contó ya previamente —comenzó sin ánimos. Fue narrando a grandes rasgos lo que había pasado, no iba a darle todos los detalles a ellos, pero sí los necesarios para que se tranquilizaran. Se basó más en ella que en lo que pasaba a su alrededor, omitió los cambios de nombres, las clases, Luc, Penélope, el intento de suicidio de James… básicamente dijo lo que Luke había ya comentado por lo que terminó aburriendo a todos y eso era lo que buscaba.
La periodista agradeció sin mucho convencimiento y de mala gana omitió hacerle alguna pregunta a Matt ya que supo, muy dentro de ella, que le respondería con la misma historia y no quería volver a escuchar. Entrecerró los ojos y no le quitó la mirada de encima a Charlie hasta que alguien la empujó al pasar por su lado dio un brusco giro para saber quién había sido y se encontró a un chico de aproximadamente treinta años, morocho, no muy alto pidiéndole disculpas. Jack lo había hecho adrede.

Una hora más tarde Charlie se estaba dirigiendo a casa con James en un auto conducido por Jack; no le molestaba su presencia pero tendría que adaptarse a ello porque lo vería todos los días hasta que acabara, en algún momento, aquella pesadilla.

•••

Al día siguiente lo primero que pensó Charlie al abrir los ojos fue en la fecha. Era 18 de octubre, cumpleaños de James; no se había preocupado por el suyo ya que era un evento de menor importancia en ese momento, tres días atrás ella se encontraba desesperada por volver y había obtenido aquello, pero una vez de vuelta se sentía tan fuera de lugar como si nunca hubiera pertenecido realmente a aquel sitio.
Luego de una larga ducha Charlie bajó a la cocina a buscar a James pero no estaba allí, a cambio se encontró con un post-it pegado por la heladera en el que indicaba que fue a hacer compras para el almuerzo y que regresaba alrededor de las once y treinta.
Se encogió de hombros y revisó la heladera para ver qué podía desayunar; en ese momento en el que abrió la puerta se le ocurrió llamar a Gabe, ella era una experta en preparar sorpresas por lo que luego de tanto ajetreo Charlie quiso un poco de normalidad, aunque nada era normal.
Echó un vistazo rápido a la calle desde la ventana de la sala y efectivamente encontró lo que quería ver; salió raudamente por la puerta principal y corrió hasta el auto de Jack, quien al verla correr bajó apresuradamente del vehículo.
—¿Sucede algo, señora? —Preguntó lo más tranquilo que pudo.
—Por dios, ni siquiera nos llevamos dos años de diferencia, llámame Charlie —rió esta por lo bajo—. Pero… sí, sucede que necesito tu teléfono móvil. Necesito llamar a mi hermana urgentemente.
—Suba al auto, la llevaré hasta su casa.
—¡No! Necesito simplemente hablar con ella, ¿me lo vas a prestar o tengo que ir a comprarme uno?
Jack se vio sorprendido, no sabía qué hacer tenía simples órdenes de cuidarla, no de hacer lo que ella le pidiera.
—Bien, iré al teléfono público de la siguiente calle, ¿vienes? —preguntó ella, desganada.
Jack sacó un iPhone del bolsillo interior de su saco y se lo pasó a Charlie tras desbloquearlo con su huella dactilar.
Después de haber marcado el número del teléfono fijo de la casa de su hermana se puso a hablar sobre tragos y picadas, globos y cosas que podrían hacer para la fiesta, no quería descartar cualquier cosa que podría funcionar, Charlie esperaba que fuese una verdadera celebración ya que ella misma se veía bastante cansada de lo monótono que se estaba volviendo todo con las preocupaciones constantes que todos tenían sobre ella y Matt.
Diez minutos fue lo que duró su llamada, al devolverle el móvil a Jack le sonrió agradecida y corrió de nuevo dentro de la casa. Sus planes eran bastante llanos, almorzaría con James, podrían salir a ver alguna película por la tarde y por la noche irían a la casa de Gabe donde ella se estaba encargando de todo. Charlie estaba bastante agradecida con su hermana quien había pedido una semana de vacaciones tras lo sucedido y se lo concedieron, de igual forma tenía algunas publicaciones que redactar en casa para la editorial en la que trabajaba, pero nada que no pueda solucionar tras una lectura rápida de ciertas noticias.
Según planes sería algo muy íntimo, solo ellos dos, su hermana, Matt y David; pensó en invitar al Dr. Maxwell pero James no le tenía más el aprecio que le tenía anteriormente por lo que omitió por completo la llamada que tenía planeada hacer para invitarlo.
Al volver a la casa Charlie se detuvo en medio de la sala sin saber qué hacer. Miró a su alrededor y se encontró perdida en su propio hogar. No tenía actividades en ese lugar a excepción de la limpieza, pero todo estaba bastante limpio. Supuso que James se había encargado de eso antes de salir por lo que realmente se sintió una intrusa.
Terminó tirada en el sofá, con un cuenco de cereal con yogurt y la tv encendida. A medida que iba masticando cambiaba de canal en canal para ver la programación. Show de variedades, películas aburridas, deportes… no encontraba nada interesante hasta que bajó el control para tomar otro bocado de su cereal; el noticiario del canal en el que había dejado estaba empezando y uno de los titulares le había llamado la atención.
Nada más simple y llano que ellos.
Una nota sobre ellos y la conferencia de prensa que habían brindado el día anterior fue lo que anunciaban. Charlie terminó su desayuno y corrió a la cocina a dejar el cuenco en el fregadero, corrió de nuevo hasta la sala y quedó expectante al televisor.
Había transcurrido media hora desde el inicio del noticiario cuando por fin dieron una breve introducción diciendo que presentarían un resumen sobre el caso y que pasarían partes de la conferencia.
Iniciaron con el Dr. Maxwell quien, por lo visto, había dado una nota, explicando el porqué de la conferencia, el por qué del regreso y pidiendo a las autoridades una investigación profunda en el caso; pasaron partes específicas de la conferencia (no había rastro de Charlie o Matt) y al final dieron un reporte sobre quién era Harry Moore y su antecedente.
Duró casi quince minutos el material completo lo que dejó pensando a Charlie en que era uno de los casos más importantes del momento; se encontraba absorta cuando llegó James y la sacó de su estupor.
—¿Qué ves? —le dijo, tirándose al sofá a su lado.
Ella parpadeó y lo miró sin comprender. Sacudió la cabeza, como intentando ahuyentar los pensamientos antes de que le carcomieran el cerebro por completo, debía enfocarse en el momento.
—Feliz cumpleaños —le dijo sonriendo a James. Éste le sonrió también y la abrazó  fuerte; ninguno podía creer nada de lo que estaba sucediendo, era un acoso constante de sus propios cerebros.
Durante la madrugada anterior James había tenido pesadillas, alrededor de las tres de la mañana se había despertado bañado en sudor y alarmado; miró a su costado esperando no encontrar a Charlie, pensando que todo lo sucedido hasta el momento había sido una ilusión de su mente, pero ella estaba allí mismo.
—Aún tengo empacados todos los regalos que traje, deberías ayudarme a desempacar y así te entrego el tuyo —comentó Charlie mirándolo atentamente.
—¿Qué regalos? —preguntó extrañado.
—Se que no compensa el tiempo que nos fuimos, son unas chucherías para Gabe, David y también para ti, quise hacerlo —se encogió de hombros ella.
Él le dio un beso en la frente y se pusieron de pie, Charlie tomó el control remoto del televisor y lo apagó, antes de seguir a James rumbo a la cocina.
—Traje de todo un poco, ¿cocinamos algo específico o…?
Charlie revisó las bolsas y sin convencimiento preguntó si se le antojaba pollo al curry, a lo que  James asintió sonriendo.

Luego del almuerzo Charlie estiró a James con ella escaleras arriba para revisar una de las dos maletas que no había desempacado hasta el momento; al abrirla comenzó a sacar ropa más que nada, se encontró con las cajas de maquillaje que había comprado para Gabe y para sí misma y los zapatos que había comprado para James; en ese momento recordó que el enorme oso de peluche para David no había viajado con ellos debido al tamaño. Debían pagar un pasaje extra para que pudieran llevar al oso. En el fondo de la enorme maleta se topó, al menos, con la pista de carreras armable que logró empacar.
—¿Una pista de carreras y zapatos son mis regalos? —bromeó James.
Charlie le dio un golpe en el brazo y fue hasta la otra maleta.
—Los zapatos sí son para ti pero lamento informarte que la pista de carreras es para el otro hombre de mi vida —sonrió ella con complicidad.
James explotó en carcajadas y se llevó los zapatos hasta el borde de la cama, donde fue a probárselos. Unos deportivos color negro y dos pares de vestir en negro y marrón, los tres le habían quedado perfectos. Charlie soltó un suspiro de alivio ya que dudaba con respecto a los calces.
—Bien, por aquí tienen que estar —se peleaba con grupo de bolsas, las cuales estaban todas etiquetadas con diferentes nombres. «Gabe casual», «Gabe vestidos», «David casual», «David elegante»… hasta que encontró la bolsa en perfecto estado que decía «James». Era bastante larga ya que no quiso doblar algunas prendas y las metió al fondo de aquella maleta—… voilà.
Con una enorme sonrisa sacó las bolsas etiquetadas y se las entregó a James.
—La que dice «casual» contiene jeans, sudaderas y polos —señaló—, y la que dice «elegante» contiene trajes enteros, dos, para ser precisa —aclaró sonriendo.
James comenzó a reír sin razón, se puso de pie y con dos zancadas se pegó a Charlie, la tomó de la cintura con ambas manos y la atrajo mejor hacia sí mientras la besaba. Torpemente ella se dejó llevar ya que la había tomado por sorpresa, le rodeó el cuello con los brazos y en un movimiento brusco él la alzó, Charlie envolvió por la cadera a James con sus piernas y este la llevó a la cama, donde se sentó sin dejar de besarla.
Charlie lo empujó levemente para recostarlo en la cama. Ninguno cedía ya que había pasado demasiado tiempo desde la última vez que mantuvieron relaciones, se necesitaban el uno al otro. Metió su mano dentro de la camiseta de James y éste se levantó levemente para sacársela, estaban hambrientos por lo que volvieron a besarse con brusquedad. James fue desprendiendo la camisa que llevaba puesta Charlie, ella cooperó apurando los botones y dejó que volara la prenda por el aire luego de quitársela. Él la miró con deseo al ver el sostén negro de encaje que traía puesto; comenzó a besarla por el cuello lentamente mientras iba bajando por la clavícula…
—Te amo —le susurró ella al oído.
Él se detuvo por un momento, la miró a los ojos y la volvió a besar en la boca.

•••

Alrededor de las siete de la noche fueron llegando a la casa de Gabe, tras el cambio repentino de planes luego del almuerzo Charlie le dio la excusa a James de que necesitaba entregar los regalos por lo que lo obligó, prácticamente, a ponerse una de sus prendas nuevas y salir de la casa con ella.
Descendieron del coche con las bolsas y caminaron rumbo a la entrada; el porche estaba iluminado pero la puerta principal estaba entreabierta, el pasillo estaba a oscuras al igual que la sala y la cocina, unos haces de luz provenían de la escalera que iba a las habitaciones pero más allá de eso, nada. James se alarmó y comenzó a llamar a su sobrino y su cuñada en voz alta.
Charlie encendió la luz del pasillo y cerró la puerta tras ella, sigilosamente caminó detrás de James a quien indicó que fuera a encender la luz de la sala, ella iría a la cocina a hacer lo mismo. Cuando él apretó el interruptor de la luz Gabe, David y Matt gritaron «¡Sorpresa!» todos a la vez y Charlie rompió en carcajadas. James se veía sorprendido, pero luego de soltar un suspiro de alivio sonrió también.
—¿Por esto me obligaste a venir? —Preguntó dándose la vuelta y mirando a su novia.
Ella se encogió de hombros, la sonrisa no se le borraba del rostro.
Globos inflados con helio flotaban por el techo, banderines de colores estaban colgados por las paredes, bocadillos tanto salados como dulces llenaban la mesa de la sala, había caramelos y otros entremeses que no venían nada mal. Dos cajas envueltas con papel de regalo estaban esperando a ser abiertas en el sofá. Charlie entregó los suyos y David comenzó a gritar cuando tomó en sus brazos el paquete de la pista armable.
—Como le dije a James, sé que no compensa mi ausencia, pero tampoco quise llegar con las manos vacías —comentó Charlie apenada.
—No te preocupes —le respondió Gabe. Tomó una pequeña caja negra rectangular con moño plateado de la mesita de bocadillos dulces y se lo entregó—. También preparamos algo sencillo para ti, tu cumpleaños fue no hace mucho y quisimos regalarte algo.
Charlie abrazó a su hermana y guardó el presente, no iba a abrirlo allí por lo que lo metió en su cartera y fue a servirse algunos que otros bocadillos. James aceptó las bromas de Matt, los presentes de Gabe y los abrazos de su sobrino. David era un niño bastante amoroso que no sabía aún lo que era la maldad; inclusive luego de haber perdido a su padre y a su tía no comprendía de todo aún al mundo.
Gabe, siempre atenta salió a la calle e invitó a Jack y a Peter a que pasaran a comer algo a la casa. Ambos se encontraban fuera hablando entre ellos mientras los demás estaban en la pequeña fiesta, Jack rechazó pasar pero agregó que podrían comer algo simplemente allí afuera, Peter agradeció la oferta de igual manera.
—Hace frío y no les voy a traer nada hasta aquí. Así que o entran o se mueren de hambre —les respondió Gabrielle con deje de orden.
Desde el nacimiento de David ella se había tomado bastante en serio el ser madre. Muchas mujeres van aprendiendo a medida que corren los años y sus hijos se hacen mayores, pero ella no quería aprender por el camino. Siempre estuvo bastante preparada para cualquier ocasión y su instinto maternal la ayudó muchísimo. Por eso trataba a todo el mundo como a un niño, estaba acostumbrada a cuidar a todos. Su trabajo era la única excepción, aunque le gustaba hacer sentir cómodos a sus compañeros alrededor de ella, era muy querida en la editorial. Comenzó a caminar hacia el porche, escuchando pasos por detrás de ella y sonrió con autosuficiencia.
Matt y James recibieron muy bien a los nuevos invitados, Charlie estaba bailando con David quien reía alegremente; todo iba en orden, nada podría ser tan malo si se tenían los unos a los otros.

Pero semana después recién comenzaron a sentir las verdaderas consecuencias de haber regresado a casa.
James había vuelto al trabajo, al igual que Gabe. Matt cada tanto tenía reuniones con el Dr. Maxwell y Charlie se dedicaba a las banales tareas domésticas. Se había tomado unos cuántos días para reorganizar su closet, el cual contenía demasiada ropa vieja. Apartó muchas prendas suyas para donaciones y otras para Gabe (ya que tenían la misma talla), finalmente terminó quedándose con lo poco que había comprado de España. Estaba necesitando abrigos ya que se acercaba una dura temporada, pronosticaban temperaturas bastante bajas para ese otoño por lo que decidió llamar a Gabe y a Matt y avisarles que se llevaría a David de compras con ella por la tarde.
Alrededor de las tres Charlie avisó a Jack que irían primero al instituto de David y luego al centro comercial; como James utilizaba el auto con el que se manejaban ambos Jack hacía de chofer, de igual manera tendría que seguirla, por lo que terminaba siendo más práctico si iban en el mismo vehículo.
David soltó un grito de júbilo cuando vio a su  tía esperándolo al salir de la escuela, se pegó a ella como un koala a un árbol y no la soltó hasta que subieron al auto.
—¿Iremos a tu casa, tía? —Preguntó emocionado.
Charlie puso cara dubitativa, luego negó con la cabeza. La emoción se esfumó del rostro de su sobrino. Intentó no reírse antes de contarle los planes.
—Iremos al centro comercial a hacer compras y luego a merendar, ¿te gusta la idea? —preguntó Charlie sonriéndole.
David comenzó a gritar emocionado y a dar saltitos inclusive estando sentado, le dio un fuerte abrazo a su tía y luego se quedó quieto con una gran sonrisa en el rostro. Charlie lo adoraba, la inocencia que abarcaba la niñez era un completo misterio para ella; a quien desde temprana edad se la habían arrebatado.
Tras media hora de recorrido por las calles aparcaron en el subsuelo del centro comercial, subieron por el ascensor al primer piso y comenzaron a recorrer tiendas de ropa tanto infantiles como de adultos. Charlie amaba hacer compras, siempre que salía para eso terminaba comprando cosas para todo el mundo, pero se limitó a ella y a David en ese momento. Se sentía mal consigo misma por cómo lo había tratado durante la reunión semana atrás; en aquel momento todo en su cabeza era un desastre, por lo que no quiso arruinarlo con David. James se había encargado bastante bien de él, pero de igual forma el sentimiento de crueldad que tuvo para con su sobrino la carcomía, necesitaba rectificarse para su propio bien.
Charlie ya iba cargada con dos bolsas de zapatos para ella y otras tres de ropa para David luego de dos vueltas enteras solo por el primer y segundo piso, aún faltaban otros dos y el último en el que se encontraba el patio de comidas. Le prometió a David que luego de comprarse ropa para ella lo llevaría a tomar un enorme batido de chocolate, el cual era la merienda favorita de su sobrino. Él accedió a ello y subieron a la tercera planta. Jack iba ensimismado en sus pensamientos mientras los seguía sin decir una sola palabra, para Charlie era como andar sola, ni siquiera sentía su presencia y le gustaba que fuera así, no interfería con ella para nada.
Había dejado a David con Jack, sentados frente a una tienda y mientras ella se encontraba dentro del probador cuando de pronto la alarma contra incendios comenzó a sonar, estaba semi desnuda a punto de enfundarse unos pantalones que tenían en la vitrina pero el pánico la consumió por completo. Volvió a vestirse y al salir del probador vio a lo lejos a Jack correr con David en sus brazos, ridículamente Charlie pensó en sus compras y se detuvo a buscarlas en la tienda, al encontrarlas salió corriendo tras el rastro de Jack quien ya iba escaleras abajo rumbo a la salida.
Las personas corrían despavoridas buscando dónde refugiarse pero lo único que podían hacer era salir a la calle. Ya se empezaba a oler  cosas quemadas, Charlie echó un rápido vistazo hacia una de las ventanas del corredor y vio que un denso humo negro se esparcía por el aire. El caos que se generó Charlie no lo había visto antes, criaturas llorando buscando a sus padres, guardias socorriendo a personas atrapadas en locales con cierre automático ante emergencias… Fue egoísta por primera vez en toda su vida y se preocupó por ella misma, aunque quiso ir a ayudar a toda esa gente. Al salir a la calle tras una larga corrida desde el tercer piso hasta el primero se encontró con Jack quien tenía a David en sus brazos, él se estaba sosteniendo muy fuerte y escondía su pequeño rostro entre el cuello del guardaespaldas, estaban a una cuadra del centro comercial resguardados tras un auto.
—Discúlpame Charlie, quería asegurarme de David primero —se excusó rápidamente Jack.
—Que esto quede entre tú y yo, ¿ok? —dijo ella. Sabía que si alguien se llegaba a enterar de que la había abandonado en la primera escena de peligro, él estaría despedido y no quería más cambios de personal en cuanto a su seguridad se refería—. Bien, creo que deberé comprarme ropa de otro lado —acotó ella cambiando de tema como si no hubiese pasado nada realmente— y… ¿David? —El pequeño la miro con tristeza—. ¿Quieres ir a casa a tomar el batido que te prometí?
El pequeño asintió con fuerza y se secó las pocas lágrimas que habían corrido por su mejilla. Charlie estiró los brazos para alzarlo pero fue justo en ese momento cuando una explosión de calor recorrió su brazo derecho. Soltó un grito de dolor y  al momento en el que bajó la cabeza se percató de que había sido víctima de un disparo. Se sintió mareada y cayó sentada al suelo, se tomó el brazo mientras lo sentía arder. Comenzó a buscar a alguna persona con un arma por los alrededores pero el caos era total que no se entendía lo que pasaba, el edificio había empezado a arder en el cuarto piso y se estaba expandiendo a los demás.
Jack dejó a David en el suelo y lo cubrió con su cuerpo de quien quiera que sea la persona que estaba disparando. Se sacó la chaqueta y la presionó contra el brazo de Charlie.
—No te lo saques por nada del mundo —dijo Jack, quien tomó su teléfono móvil del bolsillo de su pantalón y realizó una corta llamada pidiendo que pasaran a buscarlos sin dar demasiados detalles.
—¿A quién llamaste? —preguntó Charlie, jadeando.
—Al guardaespaldas del Dr. Maxwell —se arrodilló ante la chica y agarró la chaqueta—. Déjame que yo presione, necesitamos ir a un hospital antes de que pierdas demasiada sangre y termines colapsando.
Charlie más que por ella se encontraba preocupada por su sobrino quien miraba atentamente lo que sucedía con una clara expresión de pánico en el rostro. Había sido solo un disparo en el brazo, ni siquiera era en algún órgano vital. No iba a perder la consciencia tan rápidamente así que trató de tomarlo con calma, dio varios respiros hondos con los ojos cerrados y al volver a abrirlos, miró a David.

—Tranquilo, estoy bien —le dijo ella. Estiró el otro brazo para juguetear con el cabello del niño cuando otra bala le atravesó, esta vez, el pecho a la altura de la clavícula.

 
Plantilla de Bika Thraumer