¿Locura O Paranoia?

¿Existe acaso una cura para los enfermos mentales? O en todo caso, como muchos llaman a las personas con "mentes desvariadas" locas.

Tal vez si, quizás no. Porque otros cuando haces algo indebido o piensas en cosas irreales te llaman loca. ¿Acaso las personas "locas" no deberían estar en centros asistenciales o centros de rehabilitación u hospitales psiquiátricos si realmente estuvieran "locas"?

Para Paulo Coelho todos somos locos porque vivimos en nuestro propio mundo, sin importarnos nada ni nadie. De manera que las personas que están en determinados centros de recuperación deberían ser llamadas de otra forma, o "Paranoicas", no locas porque la Paranoia es la que desvaría totalmente sus mentes.

A veces pensamos que frecuentar a un psicólogo es solamente para aquellas personas que sufren de alguna enfermedad o para personas que necesitan algún tipo de ayuda de esa especie, pero nadie sabe que los verdaderos locos pueden ser las mejores personas del mundo.

La verdadera palabra que identifica a los verdaderos enfermos mentales es "paranoicos", cosa que de seguro muchos no lo saben, pero tampoco podemos dejar de mencionar que estas personas paranoicas alguna vez fueron simples personas locas como todos nosotros.

A fin de cuentas no respondimos la pregunta inicial. ¿Tienen cura los enfermos mentales? Quizás si, todos siempre se basará en una duda porque mientras no decidamos nada aún todo puede ser una posibilidad.








Automatic Love

El amor duele más
cuando con quien vives
es con alguien automático.

Es como si fuese que
un robot manejara
a la otra persona
y no tuviera sentimientos.

Mientras tu lo amas
esa persona te ignora
te evade haciendo daño
y simplemente da caricias falsas.

Se siente, y duele
cuando lo que recibes
es un amor automático.


Vive la vida

No intentes ser alguien que no puedes
no intentes vivir una realidad,
a la cual no perteneces.
Vive tu vida con paciencia
y no te deprimas.

No te deprimas por lo que
los demás quieren que seas.
Ellos no conocen tu realidad.
Vive tu vida sin importar
lo que digan los demás.

Es difícil, pero debes afrontarlo
Por más de que estés viviendo
el peor momento de tu vida

La vida está hecha de buenos
y malos momentos para que,
las personas aprendan de ello.

Vive tu vida a cada segundo.
Ignora lo que los demás
piensen de tí.
No dejes que los demás te pisoteen
y recuerda que todo siempre
'Pasa por Algo'.


Sentimientos y Emociones

Si los ojos son las ventanas del alma
entonces las emociones absorbidas
se ven en forma de lágrimas.

Lágrimas que demuestran sentimientos,
dolor, felicidad, emociones vividas
y compartidas durante
nuestro tiempo de vida.

Emociones que sin darnos cuenta
a veces se escapan por las ventanas
del alma en forma de gotas.

Gotas que a veces queremos detener,
pero no podemos retener.

A veces los sentimientos son más 
fuertes que nosotros y terminan
venciendo a los cristales de
la ventana, quebrandolos en pedazos
que luego se autorreponen
de una u otra forma.

Si los ojos son las ventanas del alma.
Entonces, ¿Cual es la puerta?


Sweet Dream

Quisiera demostrarte
lo mucho que te amo.
Quisiera demostrarte
lo que siento por ti.
Quisiera tan solo
que sepas que existo.

Pero es imposible
por que eres superior a mi
alguien que simplemente...
podré alcanzar cuando
se cumplan mis sueños.

Quisiera me regalaras un abrazo,
un beso, y con solo eso...
me sentiría feliz,
dichosa y agradecida
por darme la oportunidad
de sentir lo que solo pasa...
en dulces sueños.


Come On, Smile! - (One Shoot)


Recomendación: Leer el shoot escuchando 'Resistance' By Muse - http://www.youtube.com/watch?v=TPE9uSFFxrI 

Existen ciertos momentos de la vida en el que los adolescentes quieren hacer de su vida lo que deseen. Quieren vivir la vida tranquila y tener esa libertad envidiable que los mayores tienen. Pero no siempre piensan en las consecuencias que. Cuando se cuidan, son casi nulas. Pero cuando no saben aprovechar la libertad, es mayor el porcentaje de que les suceda algo.

¿Una simple fiesta de egresados qué le puede hacer a una joven de dieciséis años? Nada. A no ser que ella acepte cualquier porquería que se le ofrezca. Inclusive tirarse a un tipo.

Hoy era la fiesta de egresados de su mejor amiga, Ann, a duras penas. Helena había conseguido el permiso que necesitaba de parte de sus padres para asistir a aquella gala tan importante para su amiga.

Se encontraba en su habitación alistándose, faltaba una hora para la fiesta y en 40 minutos vendrían por ella.
Se puso un vestido negro que le llegaba una mano sobre la rodilla, unas converse y un maquillaje muy pesado. Como siempre, Helena marcaba la diferencia a donde iba.

— Helena, ese no es atuendo para una gala como a la que irás – reprendía la madre, mirándola de arriba abajo poco convencida por la vestimenta de su hija.
— Mamá, sabes perfectamente que siempre marco la diferencia a donde voy. Y esta no será la excepción. – sonrió mientras se retocaba el maquillaje.
— Los jóvenes de hoy día ya no saben lo que es la elegancia – dijo su madre, con cierto tono de molestia, y salió de la habitación.

Helena, al verse completamente vestida y maquillada, empezó a alisar su cabello con la planchita. Se alzó todo el cabello en una cola y luego, en la parte de las puntas, se hizo algunas ondas que le caían excelentemente bien a su estilo. Se arregló su flequillo de costado y luego roció un poco de spray para fijar bien su cabello.

Su celular empezó a vibrar sobre su mesita de noche, fue corriendo hasta ella y atendió al llamado de John, el novio de Ann.

— Enana, ¿estás lista?
— ¡Que no me digas enana, John! – lo reprimió.
— Okay,  Helena – dijo alargando las palabras – ¿Estas lista? En menos de 5 minutos paso por ti.
— Si, ya estoy lista – confirmó.
— Bien, nos vemos en un momento.
— Vale. Bye.
— ¡Oh, por cierto! – Se apresuró a decir John antes de que la muchacha finalizara la comunicación – Dos amigos van conmigo, mejor dicho, vienen conmigo, espero que no te molestes.
— ¡Mira que yo voy de copiloto! – aclaró.
— Como quieras. – Cortó la llamada.

Tomó su celular, algo de dinero, cosas de chicas y lo introdujo todo a su bolso de mano que llevaría. Volvió a mirarse en el espejo y sonrió para si misma, se veía fascinante. Revisó todo lo que llevaría con cautela y así no olvidar nada y, al tenerlo todo, volvió a sonreír.
Salió de su habitación y bajó al living a esperar a su primo, el cual, de seguro, no tardaría en llegar.

— ¿Quién vendrá por ti? – inquirió el padre de la joven, dejando de lado lo que estaba mirando en la televisión.
— John, mi primo. – respondió.
— Muy bien, te cuidas y cualquier cosa nos llamas.
— Si papá. – Sonrió con pesadez y se despidió al escuchar el timbre de la puerta.

Helena fue hasta la puerta junto con su padre y luego de que John hablara algo con el padre de ella se despidieron y se dirigieron al auto.

— Irás atrás, enana. – Sonrió John.

Helena lo miró seriamente, ella se lo había advertido antes cuando la llamó pero  no tuvo otra opción que hacerle caso ya que vio a un chico en el asiento copiloto de la camioneta de su primo.

— ¿Quién es el? – quiso saber la chiquilla antes de abordar el auto, con la expresión ligeramente confundida.
— Bill Kaulitz, luego te cuento con detalles de su vida, el que irá a tu lado es su hermano, Tom…

Con algo de nerviosismo, Helena abordó el auto. Tom, el muchacho de ropas anchas, no dejó de mirarla asombrado por su belleza, algo que estaba empezando a poner a Helena bastante incómoda.

— Buenas – saludó cortésmente Helena.
— Hola – se giró Bill –, mi nombre es Bill y el que va a tu lado es mi gemelo, Tom.

Helena miró asombrada a Bill y seguidamente miró a Tom el cual la saludó con una sonrisa pícara, moviendo su piercing como de costumbre.

— ¿Gemelos? – preguntó sorprendida.
— Si, ¿Tu cómo te llamas? – se apresuró en averiguar Tom.
— Helena, Helena Jones – sonrió, siguiéndole el juego de las sonrisas pícaras a Tom.
— Mucho gusto…

Los chicos siguieron hablando durante el camino de cosas bastante triviales, hasta que luego de unos 15 minutos llegaron al gran lugar donde sería la fiesta.
Aparcaron el auto en un espacio libre que, por suerte, encontraron, y bajaron de él para dirigirse a la entrada.

— Chicos – se arregló la corbata John – Mesa siete, yo debo estar con Ann ya que todos estarán en parejas.
— Okay, no hagan nada indebido – dijo Helena divertida.
— Enana, no te quieras pasar de lista tu tampoco ¡eh!
— Por falta de uno, tengo dos chicos lindos a mi lado, así que tú ve con tu novia que yo veré que hago con ellos ­– Helena se enganchó a los brazos de ambos muchachos, estando así, en medio de los dos.
Los gemelos solamente reían ante la conversación de los primos y negaban con la cabeza a la vez.
Cuando John se marchó, los tres fueron a sentarse a la mesa indicada y les sirvieron algunos que otros bocadillos.

— ¿Tienen cerveza? – preguntó Tom a uno de los mozos.
— Si, en un momento les traemos una botella.
— Gracias.
— Tom, es muy temprano para beber – comentó su hermano.
— Déjalo, Bill, supongo que una botella no nos hará nada ¿no? – Helena mostró una sonrisa pícara dirigida a Tom.

Al ver a Tom en la camioneta de su primo, Helena de inmediato supo que ésta noche terminaría con él en alguna parte. Y para su suerte, Tom también había pensado lo mismo.

— ¿Tu también beberás? – Tom enarcó una ceja, mirándola divertido.
—  Claro – exclamó –, una botella no nos hará nada.
— A ver, dime ¿cuántos años tienes? – indagó Bill.
— ¿Cuánto me ponen ustedes? – Helena cruzó sus brazos encima de su pecho.
— ¿Diecinueve? – Se apresuró en preguntar Tom.
— No tienes más de diecisiete años – dijo Bill con seguridad.
— Pero cumpliré diecisiete – se defendió –, así que puedo hacerlo.

Helena, como toda chica aventurera, empezó a hablar más con Tom, mientras que Bill fue a saludar a Nicole, una amiga que encontró por ahí y que por cierto, no veía hace mucho.

— Tu hermano es hermoso – dijo Helena para ver la reacción de Tom.
— Si, pero yo lo soy más – replicó Tom acercándose a ella de manera peligrosa.
— Cuidado con lo que haces, nene.
— ¿Nene? Pero si tengo dieciocho años – bufó, volcando los ojos.
— Interesante. – Se relamió los labios en forma seductora – De igual forma, cuidado con lo que haces porque no cualquiera se mete conmigo.
— Ah, entiendo – exclamó – ¿Y yo podría ser uno de esos que “no” son cualquiera? – hizo énfasis a aquella palabra.
— Depende mucho de ti – dijo, jugando con un mechón de su cabello para provocarlo.

Tom empezó a flirtear con Helena por debajo de la mesa. La mano de Tom recorría suavemente el muslo de la chica mientras que ésta lo disfrutaba mordiendo su labio inferior.
El tiempo corría rápido para ellos dos, quedaron solos en la mesa mientras que Bill se quedó a hablar con Nicole, algo que, definitivamente, les venía muy bien a ellos.

Pasadas unas tres horas, los chicos estaban al borde de la ebriedad. Bill decidió llevar caminando a su amiga a casa, mientras que Helena y Tom seguían matándose de la risa por cosas sin sentido.

— Eres linda – suspiró Tom, acariciando la mejilla de Helena.
— ¿Enserio?
— Si. – asintió.

Helena, sin pensarlo dos veces, se acercó a Tom y lo besó con ternura, increíblemente él correspondió de la misma forma el beso. Algo que nadie hubiera creído sucedió, un chico que decía que jamás se enamoraría lo hizo en tan solo una noche.

­— Me gustas desde que te vi – Dijo Helena al finalizar el beso.
— Yo no sé qué siento, pero se siente bien estar contigo – Sonrió Tom.

Helena volvió a acercarse a Tom y volvieron a besarse, se querían y nadie lo podía negar. Por más de que se conocieron esa misma noche, surgió algo dentro de cada uno que no podían explicar con palabras, simplemente lo sentían…

Después de más o menos una hora, John avisó a los chicos que él se quedaría con Ann por que tenían otras cosas que hacer, y les dijo que si querían podían irse. Helena pidió a Tom para que la llevase a su casa ya que no quería ir sola y él aceptó sin la menor vacilación.

Caminaban un poco aturdidos por las calles, se veían felices y algo tontos tomados de la mano. De vez en cuando, se acercaban y se daban un beso. Helena venía con sus converse y su bolso en la mano, Tom la sostenía fuerte, algo que a Helena la hacía sentir segura.

Siguieron caminando un poco más y, en cierto desnivel de la calle, Helena se torció el tobillo, y cayó al suelo, estirando a Tom sobre ella ya que estaban de la mano.

— No juegues, mejor llegamos a tu casa primero – dijo Tom, en tono bromista.
— No seas pervertido – replicó torpemente Helena y rió echando su cabeza hacia atrás. Tom besó su cuello dejando una pequeña marca, apenas visible. – Tranquilízate, hombre. – le susurró Helena.

Se levantaron del pasto y siguieron caminando. Helena se abrazó a Tom y éste pasó su brazo por sus hombros ya que la chiquilla era algunos, por no decir bastantes, centímetros más baja.

­— Gracias por hacer brillar mi vida – susurró Helena, con timidez.
— ¿Por qué dices eso?
— Larga historia… – suspiró
­— Tengo toda esta noche para regalarte mi tiempo.
— A pesar de tener todo, no tengo nada. – Empezó – Se supone que debo ser feliz con todo lo que tengo pero no lo soy, es una vida bastante complicada. Mis padres me dan todo lo material pero poco o nada de cariño, y es eso lo que me hace falta – su expresión cambiaba mientras contaba su historia. Por momentos se veía alicaída y, segundos más tarde, su rostro se tornaba molesto, para luego pasar a verse en total decepción – Nadie nunca ha querido salir conmigo por mi carácter y mi forma de ser, y yo lo que siempre pido es sólo un abrazo. Mi vida es triste por más de que parezca que soy feliz – soltó un leve suspiro acompañado de una pequeña lágrima.
— Ignora todo – habló Tom – Vive el momento y… – acercó un dedo para secar la lágrima en la mejilla de Helena – ¡Vamos, sonríe! Tienes una hermosa sonrisa y no debes ponerte mal por cosas que ya pasaron. Vive el presente, el segundo, el ahora… Vive el momento de cualquier forma, pero no te desmorones nunca por cosas que no valen la pena – Helena lo observó con tristeza y felicidad al mismo tiempo. Era impresionante como había podido reconfortarla con sus palabras. Se lanzó hacia él, abrazándolo con fuerza y sintiendo, por primera vez, que nada importaba más que el ahora.

Desde ese momento, Tom estuvo siempre a su lado. Fuera como ella fuese, nunca la dejó sola, y la animaba constantemente con sólo dos palabras que habían cambiado su vida. “¡Vamos, Sonríe!”


Carta de una fan (A los chicos de Tokio Hotel) - One Shoot





Hola chicos, ¿como andan? Primero que nada me llamo Caroline, tengo dieciséis años y soy de Paraguay.

Bueno, se preguntarán cómo es que tienen fans en Paraguay. Es simple, así como tienen fans en todo el mundo, creo que hay posibilidades de que en un país tan seco y remoto para todo aquel que no lo conozca, también existan personas con buenos gustos y con algo de cultura musical como para escucharlos.
Les confieso que desde que los conocí, los seguí y hasta ahora, tres años después siguen formando parte de mi vida.

Gracias a ustedes cambié bastante y eso quiero agradecerles. Gracias a ustedes aprendí tanto cosas buenas como cosas malas, aprendí a ver la vida desde un punto de vista superior al que lo veía. Aprendí que en la vida hay que luchar por nuestros sueños y no dejarlos a un lado. Por eso es que les quiero pedir un favor. Si alguna vez llegaran a pisar Paraguay, que sea para dar un concierto. En este país no somos muchas fans pero creo que seríamos suficientes como para estar en un concierto acústico aunque sea. (:

Sería un sueño hecho realidad para nosotras y podría asegurar que después de conocerlos, o por lo menos verlos de frente y demostrarles todo mi cariño. En el mismo instante en el que nos despidamos yo ya podría morir realmente en paz. Quisiera que mi día final sea aquel en el que ustedes se enteren de que existo.

De seguro esta carta la dejarán por allí, tirada como las demás, pero quiero que recuerden que los amo y que gracias a ustedes mi vida dio un cambio radical, un cambio de 180°.


Bill:
Realmente no sé por dónde empezar. Eres una persona extraordinaria, sorprendente, tan original... Te aprecio bastante y creo que si te conociera no lo creería. Simplemente a veces me pongo a pensar y llego a llorar por el simple y único hecho de verte feliz. Algunas personas, cuando ven un póster tuyo en mi habitación me dicen: "¡Una chica!, ¿O es un chico?". Otras me dicen "¡Es tan gay! ¿Como te puede gustar?" Pero mi respuesta siempre será la misma, los ignoro. No me importa lo que digan los demás por que yo te conozco y se lo que eres y lo que vales. Nunca me importaron los comentarios de las demás personas, pero a veces se pasan y me sacan de mis casillas.

Eres un chico hermoso. Nunca admiré tanto a alguien como te admiro a vos. Uno de mis tantos sueños es llegar a conocernos, platicar por horas como si nos conociéramos de toda la vida y fuéramos los mejores amigos del mundo. Daría mi vida por que eso pasara. Ojala y algún día, por más de que sea cuando ya seas viejo, y Tokio Hotel sea ya una hermosa leyenda para contar, por más de que sea en ese momento, yo igual daría todo.

Quisiera saber de dónde sacas las ideas para escribir cosas tan hermosas, muchas músicas como "Rette Mich", "By Your Side", "Zoom Into Me" y otros me hacen llorar al escuchar. Son tan hermosas que despiertan mis más profundos sentimientos...

Ojala que alguna vez llegue a cumplir mi sueño y te vea. Me conformaría con que me dijeras un "Hola", o una mirada, una sonrisa... Con eso yo estaría feliz. Espero que mantengas siempre ese carácter que tienes por que personas como tú, multifacéticas, no existen. Eres único y eso es lo que te hace brillar alto y ser muy especial para muchas...


Tom:
Contigo tampoco se por dónde empezar, no sé qué, de todo lo que tengo en mente, decirte primero. Okay, empezaré desde cero, ya que todo se centra en esto... Desde que te conocí me enamoré de ti, y nunca dejé de pensarte. Eres un gran guitarrista y mi pasión por ti cada vez va creciendo más. Eres un hombre hermoso y creo que te mereces a una mujer que realmente te ame, no una que te busque por tu fama y tu dinero, si no que te ame por lo que eres y por lo que vales. Soy una gran fan tuya y hagas lo que hagas siempre voy a apoyarte y seguirte.

En cierta forma quiero agradecerte, por estar siempre con Bill, por que de esa forma demuestras que lo quieres, demuestras al ser cariñoso y protector que está dentro tuyo. Yo no creo en el twincest y supongo que Bill y tu tampoco, así que nunca voy a ver de otra forma ese cariño que le tienes a Bill, más que como la de un hermano que ama y protege a su menor y solo quiere su bien. 

Simplemente gracias por ser como eres y por alegrarme la vida con tu existencia, en algún momento de la vida se que nos veremos y será ahí cuando te expresaré con la mirada y el corazón lo mucho que te amo...


Queridos Georg y Gustav:
Mucho no tengo para decirles a ustedes, solo me resta agradecerles por continuar siendo tan geniales como lo empezaron siendo. Sé que es muy difícil ser la misma persona de hace diez años pero ustedes lo están logrando. Ojala que sean tan felices como yo los imagino y que sigan emocionando a las fans en cada concierto con su forma de ser.



Sin más que decirles me despido de todos con un beso y un gran abrazo, lo único que les pido es que jamás, cambien...
Con amor.
Caroline.
10-01-2011


[…]





Doblé la carta nuevamente y sequé una lágrima que escapó de mis ojos mientras leía aquellas líneas tan profundas.

— Esto fue hermoso –dijo Gustav, cortando el silencio que había apoderado el ambiente.
— Es increíble que causemos tanto en una chica de solo dieciséis años.
— Sí, Tom... También me sorprende –dije suspirando.
— ¿Y ahora? –inquirió Georg, dirigiendo una mirada hacia cada uno.
— Pues que más... –exclamó Tom, poniéndose de pie – Nos vamos a Paraguay a darle la sorpresa a Caroline...


Küss Mich - (One Shoot)

Caminaba llorando bajo la lluvia, completamente empapada Ya no me importaba nada, morirme sería la mejor opción en este momento, típico ¿no? Siempre pensé que eso pasaba sólo en libros, películas o novelas; pero veo que la vida real es peor que la ficción. Lo amé, y lo peor de todo es que fui yo quien terminó perdiendo. Me dolió mucho, quizás demasiado como para afectar y marcar mi vida. Aún tenía en mi memoria aquella vez, aquella noche.





Entré a su departamento lentamente para darle una sorpresa, ignorando por completo que la sorpresa me la llevaría yo. Escuché gemidos a los lejos, pero creí que por la hora debía estar durmiendo y teniendo solo un mal sueño. Me acerqué a la puerta de su habitación y lo vi con una mujer rubia en la cama teniendo relaciones. Se tocaban asquerosamente. Las lágrimas empezaron a correr por mi mejilla sin ningún reparo, no podía hablar, el nudo que tenía en la garganta impedía que articulara alguna palabra.


— Matthew – Sollocé en un hilo de voz casi inaudible, cuando pude recuperar la voz. En un momento, abrió los ojos y me vio. Fue ahí cuando la reconocí sin pestañear. Me miró con una cara asustada, alegre y…
— Mi… ¡Michelle! – Exclamó para que Matthew se diera cuenta de mi presencia.
— No te preocupes en darme explicaciones, ahora se que tipo de mujer eres, Ivonne.





Mi mejor amiga de toda la vida engañándome con mi novio, eran las dos únicas personas en las que verdaderamente confiaba. No sé en qué momento pasó, pero me decepcionaron, y ahora ya no me importaba nada.


Seguía caminando bajo la lluvia. Me moría de frío pero no me importaba, la carretera estaba demasiado solitaria como para tirarme frente a un auto y acabar con todo esto. ¿Por qué siempre todo lo malo me sucede a mí? Primero, mi madre falleció de pequeña, era hija única y mi padre vivía en su trabajo. Segundo, cuando cumplí los diecisiete, a mi padre se le da por suicidarse. ¿Acaso no pensaban en mí? Y para colmo tuve que vivir sola hasta cumplir los dieciocho años y hacer de mi vida lo que quería. Incluso suicidarme, como ahora. 
Luego en aquella fiesta de egresados, dos meses después de quedarme sola lo conocí a él. Acompañaba a Isabella, mi compañera. Era su hermano, esa tez blanca y ese cabello negro, junto con sus hermosos ojos color azules que combinaban a la perfección con la decoración de lugar, y esa hermosa sonrisa junto con esos labios carnosos que desde que los vi, quise probar, saborearlos entre los míos, fue eso lo que me enamoró de él.


Pero ahora todo mi mundo, todo lo que habíamos construido en un año se desmoronó en unos segundos. De seguro estaría buscándome justo en este momento, pero ya no me importaba. Lo amo, si. Pero la humillación que sentí fue tanta, así como el simple hecho de que otras chicas lo acosaran me ponía furiosa.


A lo lejos vi un auto aproximarse a toda velocidad, creí que cuando se acercara más sería la ocasión perfecta para acabar con todo esto. Tenía la cabeza gacha, pero era sólo para que no se dieran cuenta de nada. Faltando unos escasos metros me abalancé sobre la ruta, cerré mis ojos y sólo esperé el golpe que me llevase junto a mis padres, el golpe que me regresara a la vida. Aquel con el que volvería a ser feliz, y ya no me haría sufrir.


Escuché el chirriar de las llantas por el pavimento y luego sentí un leve empujón. Retrocedí un paso para no caer y abrí los ojos. Aquel flamante auto plateado estaba justo en frete mío. En un principio me asustó pero luego caí en la realidad de que estaba viva. Un chico, de no más de veinte años, se bajó de aquel auto a toda prisa y se acercó a mí.


— Perdóname, venía hablando por teléfono con mi hermano y no me di cuenta que estabas cruzando. Perdóname, enserio, ¿te encuentras bien? – Habló a toda prisa, no llegué a entenderlo excepto cuando me preguntó cómo me encontraba.
— ¿Qué? – pregunté sin entender. – Oh, si. Estoy bien… lastimosamente – susurré por lo bajo.
— ¿Como dices?
— Nada, nada – me apresuré a decir – No te preocupes. Sigue tu camino que yo seguiré intentándolo.
— ¿Intentar que? – inquirió, con el semblante confundido.
— Nada, nada. Gracias por detenerte – solté con sarcasmo, un sarcasmo que sólo yo entendía.


Me corrí del frente del auto, y empecé a caminar. Maldita sea, ¿¡Por que se tuvo que detener!? Pensaba mientras me alejaba.


— Te invito a tomar un café. Te debes estar congelando. – lo escuché hablar desde lejos.
— No gracias – giré mi rostro al responderle, para no parecer descortés, y lo vi acercarse a mi.
— Vamos – me tomó del brazo para detenerme – Soy Bill Kaulitz – dijo extendiendo su mano con una hermosa sonrisa en el rostro.
— Michelle, Michelle Neumann – Sonreí algo apenada.
— Listo, ya logré sacarte una sonrisa. Ahora no me costará nada convencerte. ¿Vamos?


No tenía mucho que hacer, así que no habría problema en aceptar su invitación. Asentí con la cabeza e ingresé a su auto. 
Hablamos todo el camino. Sin conocerlo me abrí con él y le conté lo que me había pasado, incluso le confesé que intenté matarme pero él se detuvo, me sentí realmente apenada al confesarle eso.


— Tranquila, conmigo a tu lado no te pasará nada – esbozó una sonrisa cálida, y me dedicó una mirada.


Esas palabras se incrustaron de la forma en mi mente que me dieron ganas de abrazarlo y llorar en su pecho, pero me tranquilicé, tragué saliva, e intenté pensar en otra cosa. 
Me llevó a un café nocturno, muy discreto por cierto, y me contó sobre su vida. Tenía una banda en el que él era el vocalista, su hermano gemelo tocaba la guitarra y sus dos mejores amigos se encargaban del bajo y la batería. Tenía veintiún años, e increíblemente yo debería estar muy desactualizada del mundo para no haber escuchado de su famosa banda, según me contó.


¬— Te juro que nunca escuché hablar de ustedes.
— Es increíble – rió casi a carcajadas – Pero después de todo termina siendo bueno cuando no nos conocen tanto ya que en algunos lugares podemos salir a divertirnos con libertad.
— Siempre es bueno divertirse con libertad – Le sonreí.


Seguimos hablando por unos minutos más, la plática con él era muy amena, me era muy fácil contarle mis cosas, y al parecer a él le pasaba lo mismo conmigo. Se hacía cada vez más tarde, y ya era hora de que regresara a mi departamento, a mi vida habitual.


— No te vayas… – Me tomó de la mano delicadamente cuando iba a pararme.


Un brillo especial en sus ojos me hipnotizó por completo de modo que apreté con delicadeza su mano y me senté de nuevo, incapaz de darle si quiera la contraria.


— ¿Por qué? – Inquirí mirándolo fijo.
— Es que me agradas mucho, y me gusta tu compañía. Como te dije, estoy solo aquí en París ya que mi hermano y mis amigos están en Alemania y… – dudó por un momento – Ven conmigo esta noche.
— Gracias Bill, tu también me caes muy bien pero… no puedo.


Algo dentro de mí me decía que vaya, que no me pasaría jamás nada malo a su lado, pero mi conciencia me decía que no podía ir con él por que yo tenía mi vida. Y él la suya.


— Por favor. – rogó parándose de la mesa y acercándose a mi.


Dejó dinero sobre la mesa y luego salí tras él tomada de su mano, me sentía volar. Sus manos eran increíblemente suaves y nada más el roce hacía que quiera tocar su rostro, su cuello y el resto de su cuerpo para saber si su piel era definitivamente tan perfecta como lo eran sus manos.


Afuera seguía lloviendo pero sentía como si nadie más que él y yo existiéramos en ese instante. No se qué me pasaba, pero mi corazón latía más rápido de lo normal.


— Bill, espera – dije parando en medio de la lluvia. Él se detuvo y me miró a los ojos. Se acercó a mí sin soltarme la mano y quedó mirándome por algunos segundos.


— ¿Qué sucede? – Inquirió. – Nos estamos mojando – dijo riendo divertido. Yo reí por un momento, algo que no hacía hace mucho, y luego lo abracé muy fuerte, él correspondió a mi abrazo y luego me separé.


— Cambiaste mi noche, algo que nadie nunca lo hizo. Y sólo tengo una manera de agradecértelo.


Acerqué mi rostro dubitativo al de él y lo besé como jamás besé a otra persona. Era sorprendentemente increíble lo delicado que eran sus labios al besar. Rodeé su cuello con mis brazos y lo atraje más hacia mí. No podía dejar de besarlo, era un contraste perfecto el sabor de sus labios junto con las frías gotas de agua que caían exageradamente.


— Gracias por todo – Le sonreí después de separarnos.


Me alejé corriendo de aquel lugar, me había enamorado en tan sólo unas horas y dejé escapar la oportunidad de volver a amar. No quería sufrir. Él debía volver a su país y yo debía quedarme aquí. Sin la oportunidad de volverlo a encontrar…


Me dirigí a mi departamento y lo primero que hice fue meterme a la ducha, aún podía sentir sus labios sobre los míos. Ese sabor único no dejaba de recorrer mi mente, su aroma conjugado con la lluvia, con las gotas de agua que recorrían nuestros cuerpos mientras nos besábamos. Después de más o menos 10 a 15 minutos salí del baño y me dirigí al closet a buscar mi pijama para ponerme.  Me vestí y me tiré en la cama, algunas lágrimas lograron escapar pero las limpié rápidamente como si alguien pudiera verme.


A las pocas semanas, viendo los noticieros, me encontré con que Bill había vuelto a Alemania. Se le veía triste, y en una entrevista que tuve suerte de ver, dijo: “Encontré a alguien muy importante aquí y el día de San Valentín la volveré a ver, solo espero que no me rechace por que desde que la vi bajo la lluvia, me di cuenta de que estaba enamorado de ella.” 


Pasaron los meses, era aterrador, esa frase que Bill había dicho en aquella entrevista me dejó en shock durante estos dos meses. Lo extraño, y extraño sus labios, esos dulces labios por los que daría todo para volver a besarlos. Mañana era San Valentín y yo esperaba con ansias volver a verlo. 
Me metí a la cama con el deseo que de sea cierto todo lo que había dicho y con el sueño de volver a verlo.







"Me gusta el sonido de la lluvia chocar con el pavimento, 
porque el olor que emana lo encuentro exquisito.
Me gusta ver caer las hojas de los árboles en otoño, 
porque adoro el ruido que se produce al pisarlas.
Me gusta caminar descalza por toda la casa, 
porque me hace sentir una libertad absoluta.
Me gusta tomar una taza de café bien cargado por las noches, 
porque el insomnio me provoca ganas de escribir.
Me gusta quedarme dormida con el equipo de sonido encendido, 
porque siento una completa tranquilidad.
Me gusta jugar con mis pies sobre la arena de la playa, 
porque así evito pagar pedicurista.
Me gusta que los días sean fríos y nublados, 
porque así tengo una buena excusa para acurrucarme en tus brazos.
Me gusta verme el espejo antes de meterme a la cama, 
porque así puedo darme cuenta lo enamorada que estoy de ti con el brillar de mis ojos..."


— ¿En qué piensas? – se acercó por detrás y me abrazó por la cintura, ubicó su rostro sobre mi hombro y depositó un beso cerca de mi mejilla mientras yo seguía contemplando la hermosa luna llena.
— Me gusta… – di media vuelta y ubiqué una de mis manos sobre su pecho – Me gusta sentir los latidos de tu corazón, porque sé que laten por mí – sonreí sin desviar mi mirada de sus ojos.
— Así es, sólo lo hace por ti – apartó un poco mi cerquillo y besó mi frente delicadamente.
— Pero, sabes ¿qué es lo que más me gusta? – rodeé su cuello con mis brazos y cerré los ojos.
— ¿Qué?
— Tú – susurré antes de unir mis labios a los suyos.







Desperté de ese hermoso sueño en el que estaba él, y giré sobre mí misma en la cama, quedando boca arriba, mirando un punto en la nada.


– Bill… – susurré cerrando mis ojos.
– Dime – escuché a mi costado.
– ¿Por qué me haces esto? De tanto extrañarte ahora incluso escucho tu voz.
– No preguntes como, pero estoy aquí – sentí su aliento sobre mi cuello.


Abrí mis ojos y giré mi cabeza, estaba con una hermosa sonrisa a mi costado, arrodillado con los ojos brillando.


– Pero… – me alarmé a verlo. O esto era un sueño, o estaba volviéndome loca.
– Dije que vendría y aquí estoy.
– Bill, yo… – no entendía nada, estaba confundida, aturdida.
– No digas nada – me calló – Sólo quiero que me respondas una pregunta.
– ¿Cual?
– ¿Alguna vez te dije lo mucho que te amo? – dejé escapar una pequeña risa unida con un suspiro.
– Creo que no.
– Pues… Te amo – susurró antes de darme un dulce, tierno y delicado beso en los labios.
– Yo también. – murmuré cuando nuestros labios se separaron.


Se abalanzó sobre mi y lentamente nos despojamos de nuestras prendas, aún era de madrugada y la luz de la luna simplemente era testigo de lo que haríamos en ese momento.


– Feliz día de San Valentín. – nos susurramos a la vez, fundiéndonos nuevamente en un beso anhelado.
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Plantilla de Bika Thraumer