Come On, Smile! - (One Shoot)


Recomendación: Leer el shoot escuchando 'Resistance' By Muse - http://www.youtube.com/watch?v=TPE9uSFFxrI 

Existen ciertos momentos de la vida en el que los adolescentes quieren hacer de su vida lo que deseen. Quieren vivir la vida tranquila y tener esa libertad envidiable que los mayores tienen. Pero no siempre piensan en las consecuencias que. Cuando se cuidan, son casi nulas. Pero cuando no saben aprovechar la libertad, es mayor el porcentaje de que les suceda algo.

¿Una simple fiesta de egresados qué le puede hacer a una joven de dieciséis años? Nada. A no ser que ella acepte cualquier porquería que se le ofrezca. Inclusive tirarse a un tipo.

Hoy era la fiesta de egresados de su mejor amiga, Ann, a duras penas. Helena había conseguido el permiso que necesitaba de parte de sus padres para asistir a aquella gala tan importante para su amiga.

Se encontraba en su habitación alistándose, faltaba una hora para la fiesta y en 40 minutos vendrían por ella.
Se puso un vestido negro que le llegaba una mano sobre la rodilla, unas converse y un maquillaje muy pesado. Como siempre, Helena marcaba la diferencia a donde iba.

— Helena, ese no es atuendo para una gala como a la que irás – reprendía la madre, mirándola de arriba abajo poco convencida por la vestimenta de su hija.
— Mamá, sabes perfectamente que siempre marco la diferencia a donde voy. Y esta no será la excepción. – sonrió mientras se retocaba el maquillaje.
— Los jóvenes de hoy día ya no saben lo que es la elegancia – dijo su madre, con cierto tono de molestia, y salió de la habitación.

Helena, al verse completamente vestida y maquillada, empezó a alisar su cabello con la planchita. Se alzó todo el cabello en una cola y luego, en la parte de las puntas, se hizo algunas ondas que le caían excelentemente bien a su estilo. Se arregló su flequillo de costado y luego roció un poco de spray para fijar bien su cabello.

Su celular empezó a vibrar sobre su mesita de noche, fue corriendo hasta ella y atendió al llamado de John, el novio de Ann.

— Enana, ¿estás lista?
— ¡Que no me digas enana, John! – lo reprimió.
— Okay,  Helena – dijo alargando las palabras – ¿Estas lista? En menos de 5 minutos paso por ti.
— Si, ya estoy lista – confirmó.
— Bien, nos vemos en un momento.
— Vale. Bye.
— ¡Oh, por cierto! – Se apresuró a decir John antes de que la muchacha finalizara la comunicación – Dos amigos van conmigo, mejor dicho, vienen conmigo, espero que no te molestes.
— ¡Mira que yo voy de copiloto! – aclaró.
— Como quieras. – Cortó la llamada.

Tomó su celular, algo de dinero, cosas de chicas y lo introdujo todo a su bolso de mano que llevaría. Volvió a mirarse en el espejo y sonrió para si misma, se veía fascinante. Revisó todo lo que llevaría con cautela y así no olvidar nada y, al tenerlo todo, volvió a sonreír.
Salió de su habitación y bajó al living a esperar a su primo, el cual, de seguro, no tardaría en llegar.

— ¿Quién vendrá por ti? – inquirió el padre de la joven, dejando de lado lo que estaba mirando en la televisión.
— John, mi primo. – respondió.
— Muy bien, te cuidas y cualquier cosa nos llamas.
— Si papá. – Sonrió con pesadez y se despidió al escuchar el timbre de la puerta.

Helena fue hasta la puerta junto con su padre y luego de que John hablara algo con el padre de ella se despidieron y se dirigieron al auto.

— Irás atrás, enana. – Sonrió John.

Helena lo miró seriamente, ella se lo había advertido antes cuando la llamó pero  no tuvo otra opción que hacerle caso ya que vio a un chico en el asiento copiloto de la camioneta de su primo.

— ¿Quién es el? – quiso saber la chiquilla antes de abordar el auto, con la expresión ligeramente confundida.
— Bill Kaulitz, luego te cuento con detalles de su vida, el que irá a tu lado es su hermano, Tom…

Con algo de nerviosismo, Helena abordó el auto. Tom, el muchacho de ropas anchas, no dejó de mirarla asombrado por su belleza, algo que estaba empezando a poner a Helena bastante incómoda.

— Buenas – saludó cortésmente Helena.
— Hola – se giró Bill –, mi nombre es Bill y el que va a tu lado es mi gemelo, Tom.

Helena miró asombrada a Bill y seguidamente miró a Tom el cual la saludó con una sonrisa pícara, moviendo su piercing como de costumbre.

— ¿Gemelos? – preguntó sorprendida.
— Si, ¿Tu cómo te llamas? – se apresuró en averiguar Tom.
— Helena, Helena Jones – sonrió, siguiéndole el juego de las sonrisas pícaras a Tom.
— Mucho gusto…

Los chicos siguieron hablando durante el camino de cosas bastante triviales, hasta que luego de unos 15 minutos llegaron al gran lugar donde sería la fiesta.
Aparcaron el auto en un espacio libre que, por suerte, encontraron, y bajaron de él para dirigirse a la entrada.

— Chicos – se arregló la corbata John – Mesa siete, yo debo estar con Ann ya que todos estarán en parejas.
— Okay, no hagan nada indebido – dijo Helena divertida.
— Enana, no te quieras pasar de lista tu tampoco ¡eh!
— Por falta de uno, tengo dos chicos lindos a mi lado, así que tú ve con tu novia que yo veré que hago con ellos ­– Helena se enganchó a los brazos de ambos muchachos, estando así, en medio de los dos.
Los gemelos solamente reían ante la conversación de los primos y negaban con la cabeza a la vez.
Cuando John se marchó, los tres fueron a sentarse a la mesa indicada y les sirvieron algunos que otros bocadillos.

— ¿Tienen cerveza? – preguntó Tom a uno de los mozos.
— Si, en un momento les traemos una botella.
— Gracias.
— Tom, es muy temprano para beber – comentó su hermano.
— Déjalo, Bill, supongo que una botella no nos hará nada ¿no? – Helena mostró una sonrisa pícara dirigida a Tom.

Al ver a Tom en la camioneta de su primo, Helena de inmediato supo que ésta noche terminaría con él en alguna parte. Y para su suerte, Tom también había pensado lo mismo.

— ¿Tu también beberás? – Tom enarcó una ceja, mirándola divertido.
—  Claro – exclamó –, una botella no nos hará nada.
— A ver, dime ¿cuántos años tienes? – indagó Bill.
— ¿Cuánto me ponen ustedes? – Helena cruzó sus brazos encima de su pecho.
— ¿Diecinueve? – Se apresuró en preguntar Tom.
— No tienes más de diecisiete años – dijo Bill con seguridad.
— Pero cumpliré diecisiete – se defendió –, así que puedo hacerlo.

Helena, como toda chica aventurera, empezó a hablar más con Tom, mientras que Bill fue a saludar a Nicole, una amiga que encontró por ahí y que por cierto, no veía hace mucho.

— Tu hermano es hermoso – dijo Helena para ver la reacción de Tom.
— Si, pero yo lo soy más – replicó Tom acercándose a ella de manera peligrosa.
— Cuidado con lo que haces, nene.
— ¿Nene? Pero si tengo dieciocho años – bufó, volcando los ojos.
— Interesante. – Se relamió los labios en forma seductora – De igual forma, cuidado con lo que haces porque no cualquiera se mete conmigo.
— Ah, entiendo – exclamó – ¿Y yo podría ser uno de esos que “no” son cualquiera? – hizo énfasis a aquella palabra.
— Depende mucho de ti – dijo, jugando con un mechón de su cabello para provocarlo.

Tom empezó a flirtear con Helena por debajo de la mesa. La mano de Tom recorría suavemente el muslo de la chica mientras que ésta lo disfrutaba mordiendo su labio inferior.
El tiempo corría rápido para ellos dos, quedaron solos en la mesa mientras que Bill se quedó a hablar con Nicole, algo que, definitivamente, les venía muy bien a ellos.

Pasadas unas tres horas, los chicos estaban al borde de la ebriedad. Bill decidió llevar caminando a su amiga a casa, mientras que Helena y Tom seguían matándose de la risa por cosas sin sentido.

— Eres linda – suspiró Tom, acariciando la mejilla de Helena.
— ¿Enserio?
— Si. – asintió.

Helena, sin pensarlo dos veces, se acercó a Tom y lo besó con ternura, increíblemente él correspondió de la misma forma el beso. Algo que nadie hubiera creído sucedió, un chico que decía que jamás se enamoraría lo hizo en tan solo una noche.

­— Me gustas desde que te vi – Dijo Helena al finalizar el beso.
— Yo no sé qué siento, pero se siente bien estar contigo – Sonrió Tom.

Helena volvió a acercarse a Tom y volvieron a besarse, se querían y nadie lo podía negar. Por más de que se conocieron esa misma noche, surgió algo dentro de cada uno que no podían explicar con palabras, simplemente lo sentían…

Después de más o menos una hora, John avisó a los chicos que él se quedaría con Ann por que tenían otras cosas que hacer, y les dijo que si querían podían irse. Helena pidió a Tom para que la llevase a su casa ya que no quería ir sola y él aceptó sin la menor vacilación.

Caminaban un poco aturdidos por las calles, se veían felices y algo tontos tomados de la mano. De vez en cuando, se acercaban y se daban un beso. Helena venía con sus converse y su bolso en la mano, Tom la sostenía fuerte, algo que a Helena la hacía sentir segura.

Siguieron caminando un poco más y, en cierto desnivel de la calle, Helena se torció el tobillo, y cayó al suelo, estirando a Tom sobre ella ya que estaban de la mano.

— No juegues, mejor llegamos a tu casa primero – dijo Tom, en tono bromista.
— No seas pervertido – replicó torpemente Helena y rió echando su cabeza hacia atrás. Tom besó su cuello dejando una pequeña marca, apenas visible. – Tranquilízate, hombre. – le susurró Helena.

Se levantaron del pasto y siguieron caminando. Helena se abrazó a Tom y éste pasó su brazo por sus hombros ya que la chiquilla era algunos, por no decir bastantes, centímetros más baja.

­— Gracias por hacer brillar mi vida – susurró Helena, con timidez.
— ¿Por qué dices eso?
— Larga historia… – suspiró
­— Tengo toda esta noche para regalarte mi tiempo.
— A pesar de tener todo, no tengo nada. – Empezó – Se supone que debo ser feliz con todo lo que tengo pero no lo soy, es una vida bastante complicada. Mis padres me dan todo lo material pero poco o nada de cariño, y es eso lo que me hace falta – su expresión cambiaba mientras contaba su historia. Por momentos se veía alicaída y, segundos más tarde, su rostro se tornaba molesto, para luego pasar a verse en total decepción – Nadie nunca ha querido salir conmigo por mi carácter y mi forma de ser, y yo lo que siempre pido es sólo un abrazo. Mi vida es triste por más de que parezca que soy feliz – soltó un leve suspiro acompañado de una pequeña lágrima.
— Ignora todo – habló Tom – Vive el momento y… – acercó un dedo para secar la lágrima en la mejilla de Helena – ¡Vamos, sonríe! Tienes una hermosa sonrisa y no debes ponerte mal por cosas que ya pasaron. Vive el presente, el segundo, el ahora… Vive el momento de cualquier forma, pero no te desmorones nunca por cosas que no valen la pena – Helena lo observó con tristeza y felicidad al mismo tiempo. Era impresionante como había podido reconfortarla con sus palabras. Se lanzó hacia él, abrazándolo con fuerza y sintiendo, por primera vez, que nada importaba más que el ahora.

Desde ese momento, Tom estuvo siempre a su lado. Fuera como ella fuese, nunca la dejó sola, y la animaba constantemente con sólo dos palabras que habían cambiado su vida. “¡Vamos, Sonríe!”


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